Convocatoria a elecciones

El Consejo Nacional Electoral convocó a los ecuatorianos para elegir alcaldes, concejales urbanos y rurales, prefectos, vocales de juntas parroquiales rurales, y consejeros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social.

Arranca así un periodo electoral, matizado por la dispersión de candidatos, por la poca confianza ciudadana según lo revelan las encuestas, por un clima de inestabilidad política, de hasta poca fe en la democracia, y hasta de escaso optimismo respecto del futuro del país.

Las elecciones seccionales deben marcar la diferencia con relación a las nacionales, suele decirse, y con razón. En estas segundas se eligen al presidente de la república y asambleístas

En las primeras, nada más, nada menos, se eligen autoridades cuya gestión tiene relación directa con los problemas, necesidades y aspiraciones de los habitantes de una ciudad, de una provincia, de una parroquia rural.

Los electos serán sus representantes más cercanos. Se los supone conocedores de la realidad local, sobre cuya base fundamentarán sus propuestas.

En tanto los ciudadanos, inmersos en esa realidad, conociendo a los candidatos “en cuerpo y alma”, tendrán la facultad para discernir con criterio al momento de decidir su voto.

Parte del ejercicio democrático de la ciudadanía es sacudirse de la apatía electoral, de la poca fe en los comicios, de asumir con responsabilidad el proceso, interesándose no solo por conocer a los candidatos en sí, en sus ofertas, sino en obtener información clara y detallada de las finanzas de Municipios, Prefecturas y Juntas Parroquiales.

Cada una de esas instituciones tiene sus presupuestos, alimentados por el Estado, por tasas, impuestos y créditos. En la mayoría de ellas prima el gasto corriente sobre las inversiones.

Tener esa información de primera mano, debatirla, analizarla, confrontarla, permitirá frenar la demagogia, sopesar las ofertas y votar con conciencia.

He allí también un reto para los medios de comunicación; pues, de paso evitarán el palabreo, los vacuos debates y no alentarán confrontaciones placeras.