Violencia

Ana Abad R.

No solo es el incremento de crímenes que da cuenta del nivel de violencia al que ha llegado una sociedad o el tipo de asesinatos que ocurren a diario y que evidencian las patologías mentales con que se manifiestan, es la negación a hablar de la urgente necesidad de atender la salud mental de la sociedad ecuatoriana, lo que da terror porque  frente a las cifras que sobre los homicidios intencionales como asesinatos, femicidios y sicariatos se han duplicado, se normaliza la “otra violencia” que se vive a diario en todos los espacios públicos y privados y que es altísima en el país: los femicidios llegan a 118, el embarazo infantil y, por tanto, violencia sexual nos coloca como el segundo país en América Latina, el racismo y la xenofobia son constantes, la violencia psicológica al adulto mayor es cada vez más frecuente, así como los suicidios y desapariciones forzadas, mientras la adicción a fármacos y substancias psicoactivas aumenta. Todo esto, en un contexto socio económico y político crítico que vuelve más vulnerable el maltrecho tejido social del país; de allí, la importancia de hablar de salud mental individual y comunitaria porque incluye nuestro bienestar emocional, psicológico, social y, por tanto, afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida, manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones. (O)