El halcón milenario de Qatar 2022: turismo, lujo y tradición

Un comerciante muestra un halcón antes del inicio de una de las subastas en una imagen tomada el 10/09/2002 en la feria S’hail, la exposición internacional de halcones de Doha considerada la más importante del sector en el mundo.

En Catar llevan más de 5.000 años cazando con halcones, unas aves que forman parte esencial de su cultura, son orgullo del legado familiar y objeto de un negocio millonario en el que el lujo refleja el fervor por esta tradición milenaria.

En el país, estas preciadas aves son tesoros que alcanzan precios desorbitados en el mercado. No solo se usan para exhibición, torneos internacionales, afición o cría, sino como una mascota familiar a la que entrenar, cuidar y proteger.

Un mundo desconocido para conocer en profundidad durante la Copa del Mundo de Qatar 2022.

“Los cataríes saben que nosotros no lo llamamos deporte, lo llamamos estilo de vida”, sentencia Zayide Al-Ali, secretario y director de comunicación de la asociación cultural Al Gannas, fundada en 2008 para promover la caza tradicional árabe con halcones, su protección, fomentar la investigación y organizar eventos internacionales.

“Nuestra asociación es una de las más importantes del mundo en materia de rehabilitación de aves de presa, pero también cuidamos a las aves en general en todo el mundo. Las protegemos del contrabando, de morir electrocutadas o de intoxicaciones.

Intentamos ayudarlas a que vivan», destaca Zayide, que indicó que todos los años sueltan halcones para que se reproduzcan en libertad.

Se trata de una actividad en la que el cuidado y el entrenamiento de las rapaces es clave, formándose un vínculo único entre el entrenador y el animal, que perfecciona su resistencia y capacitación.

“Esta pequeña ave es muy poderosa. Pero al mismo tiempo es muy inteligente. Piensan. Reaccionan y no olvidan nada de lo que les enseñas”, afirma.

Sus habilidades de caza son clave, pero su belleza lo es por igual. Y en el mercado catarí se buscan siempre las piezas más singulares.

Halcones de lujo

Un halcón cuesta en torno a los 4.000 y los 10.000 dólares de media, pero hay excepciones y el lujo también existe en este mercado.

En la última S’hail, la exposición internacional de halcones de Doha, considerada la más importante del sector en el mundo, se subastó un ejemplar por 911.000 riyales cataríes, al cambio unos 250.000 dólares.

Pero, ¿por qué se paga esa cantidad por un halcón? Su color, su procedencia y su raza son las características que lo hacen único.

De este modo, en Catar se paga más por un ave blanca por motivos meramente estéticos, siempre se valora mucho más a una hembra por poder criar y, definitivamente, si su procedencia es salvaje, generalmente de las estepas mongolas o iraquíes, el coste se dispara.

Los Gerifaltes, los Lanner, el Sacre o los Peregrinos, son las variedades más comunes en una feria que abruma por su variedad a través de más de 10.000 metros cuadrados de superficie.

“En Catar, cuánto más grande y más blanco, más caro es. Les encanta el color blanco. Y las hembras son las más caras para la cría”, asegura Alberto Relaño, representante de un negocio familiar de esculturas de halcones en bronce en España que acude por sexto año consecutivo a la feria catarí con su escaparate de Bronces Relaño.

La feria, especializada en la venta de halcones, productos de cetrería de todo tipo, artilugios de caza, armas e incluso vehículos modificados para las aves, contó en esta, su sexta edición, con representantes de 180 empresas de todo el mundo al calor del auge de esta práctica en la región.

Entre los artículos más demandados se encuentran los servicios de telemetría para las aves.

Chips que miden vía satélite su velocidad, distancia y posicionamiento ya que, durante la fase de entrenamiento, es fácil perderlos y la conectividad 3G o 4G no ofrece garantías en el desierto.

O los señuelos robóticos voladores para entrenarlas con parámetros concretos y planes específicos de vuelo.

En cuanto a la moda para halcones, las caperuzas para taparles los ojos y que no se estresen durante los desplazamientos o en los lugares ruidosos, son la tendencia. Miles de propuestas para un complemento esencial de toda ave entrenada.

Hasta tal punto es importante que la feria cuenta con un premio dotado con 3.000 dólares al más deslumbrante. Un premio que en esta edición recayó en el español Pepe Parra, quien empezó hace 9 años a fabricar caperuzas y pese a debutar en la feria tenía claros los gustos de los cataríes: “Les gusta la piel finita, que pese poco y que no le moleste al pájaro”, destaca.

Este murciano de 31 años no esperaba ganar el premio en la gran feria catarí: “Le ha gustado al jurado. He tenido suerte”, destaca sobre su caperuza, fabricada con piel de serpiente y toques chocolate y dorado. Unas piezas que vende por un precio que oscila entre los 50 y los 70 dólares en Doha.

Lo que más sorprendió a Pepe Parra, al margen del premio, es la importancia de la tradición en el país: “Aquí desde que son pequeños se lo inculcan, ves a niños manejando halcones de una forma espectacular. Es algo cultural. Lo practica todo el mundo”.

El Rey del desierto

Un arte que proviene de sus orígenes humildes. “Los nómadas del desierto viven unidos a estas aves para atrapar presas y comer. Es su fuente de alimento. No tienen armas, no tienen arcos y flechas. Solo tienen halcones para atrapar conejos, aves y poder comer todos los días durante el invierno”, asegura Zayide.

Su visión, hasta ocho veces más aguda que la humana, y su velocidad para lanzarse sobre las presas a más de 320 kilómetros por hora, hacen de este animal el rey del desierto.

“Son máquinas de matar. El tiburón es una máquina de matar en el agua, y el halcón en el aire. Matan solo para comer, no como los lobos, que lo hacen por el mero hecho de matar”, añade.

Hoy en día ya no es un animal destinado a la subsistencia, sino que se vincula más al deporte, competiciones y el ocio. Los eventos deportivos y la caza con halcones comienzan en octubre, cuando el calor del verano empieza a aflojar, y se prolonga hasta mitad de abril, aproximadamente.

Una práctica que también pueden disfrutar los turistas en Catar, con paquetes que incluyen, por unos 120 dólares, traslado al desierto, presenciar la caza con halcón y conocer de cerca todo lo relacionado con esta cultura milenaria de la mano de sus cuidadores.

Hospitales para halcones

Los halcones suelen vivir entre 12 y 15 años y su coste los convierte en compañeros no aptos para todos los bolsillos. Adquirir el animal, entrenarlo o cuidarlo es una afición bastante cara.

Basta con dar un paseo por el máximo exponente de esta aves en Doha, el Zoco de los Halcones.

Conocido así por encontrarse en el corazón y zona más popular de la capital catarí, el Souq Waqif, esta zona es el lugar en la que encontrar todo lo relacionado con los halcones.

Tiendas de accesorios, de venta de animales, lugares en los que hacerse una foto con uno de estos ejemplares en el brazo o donde comprar comida.

Pero también acoge el peculiar hospital de halcones y en este lugar podemos esperar exactamente lo mismo que vamos a encontrar en un hospital (de lujo) para personas.

Salas de espera con trípodes para halcones, sofás en las salas de espera, ventanillas para gestionar las visitas, salas de urgencias e incluso un pequeño museo para conocer todas las particularidades de estos animales.

De media el centro, que abre de 7 de la mañana a 14 de la tarde, acoge a entre 120 y 130 halcones al día y se realizan, por lo general, endoscopias, inspecciones a picos y garras, análisis de sangre, heces y orina, o controles rutinarios a oídos y ojos a un coste de unos 70 dólares. La pedicura y limar los picos van aparte.

Si es más rutinario y menos específico puede rondar los 25 dólares pero si hay que cambiar plumas, cambiar un chip GPS o es algo grave, el precio se dispara. No obstante, como sucede con los dueños del resto de mascotas, cualquier coste es asumible cuando la relación con el animal es estrecha.

Y para un catarí no hay nada más venerado y admirado que un halcón, un ave convertida en un orgullo nacional. EFE