Cruzada contra la violencia

La violencia contra la mujer es un aberrante problema social. Sus consecuencias son letales, más allá de si las víctimas pagan con sus vidas la iracundia de sus agresores.

No se sabe a fondo si hay una verdadera conciencia sobre tal problemática en los diversos conglomerados sociales.

Ese tipo de violencia, practicada de diversas formas -unas incluso hasta sutiles-, lamentablemente sigue enraizada en la mentalidad machista, en viejas creencias y costumbres, replicadas de generación en generación, como las de considerar a la mujer inferior al hombre, sumisa, obediente, sin capacidad para decidir por sí misma, peor para liberarse de las ataduras.

Según un reportaje de este diario, con información del Observatorio de Seguridad Ciudadana, la violencia intrafamiliar es el delito más denunciado en Cuenca, muy por encima de otros como robos, hurtos y homicidios.

Los tipos de agresión van desde los psicológicos, por intimidación, física, hasta los de tipo económico/patrimonial y sexual.

Ocurren en domicilios, en plena calle, en el trabajo, en los vehículos, centros de estudios, mercados, plazas, y un largo etcétera.

¿Cuenca es una ciudad violenta? Según el director del Consejo de Seguridad Ciudadana, Froilán Salinas, lo es. La muestra es la violencia contra la mujer, “muy ligada al consumo de licor”.

No será la única con toda seguridad; pero esto tampoco es un consuelo. Se trata, pues, de una especie de pandemia nacional.

Cada día son más las exigencias de justicia, el llamado de atención al Estado, a la misma sociedad, intermitente ante semejante problema.

Se repite y se repite la necesidad de fomentar campañas de prevención. Poco se ha hecho, si bien ahora la respuesta del Estado parece más firme a raíz de los recientes femicidios.

Bien por la iniciativa de la Mesa Cantonal de Erradicación de la Violencia contra la Mujer a través de su campaña “Te cuido me cuidas”.

Empero, se requieren verdaderas cruzadas nacionales a todo nivel y con el involucramiento de todos los sectores.