Un «cuento de hadas urbano» y dramático busca representar a Perú en los Óscar

El director de cine Aldo Salvini posa durante una entrevista el 18 de octubre de 2022, en Lima, Perú.

Una hormiga solitaria dentro de un taxi de Lima inspiró al cineasta peruano Aldo Salvini a trazar el guion de «El corazón de la luna», un drama fantástico que su artífice define como una suerte de «cuento de hadas urbano» y ha sido preseleccionado para representar a su país en los Óscar.

De aquel encuentro fortuito con el insecto ya han pasado casi quince años, pero Salvini, también de nacionalidad colombiana, lo recuerda minuciosamente, o al menos así se desprende del mantra que repite en casi todas sus entrevistas.

«Pensé en que esta hormiga estaba fuera de un hormiguero, dando vueltas por Lima y obviamente su destino era morir fuera de su hábitat. Me fui a casa, no me llevé a la hormiga, pero sí me puse a pensar en alguien que se la hubiera llevado y la empieza a criar», relata.

Las primeras versiones de «El corazón de la luna» ponían en el centro de la narración a una figura masculina y llevaban por título «Perro Negro», en alusión a un can con el que Salvini, quien se define como un amante de los animales, se topó por casualidad.

Varios años después, y tras un sinfín de retoques, en 2018 arrancó el rodaje del filme definitivo, grabado íntegramente en la capital peruana y protagonizado por la actriz Haydeé Cáceres, quien interpreta a M, una anciana sin hogar que deambula a la deriva.

Un drama psicosocial

La quinta cinta de Salvini, estructurada con base a las fases lunares, narra siete días de la vida de esta señora, que comparte con una hormiga, un ser tan solitario como ella, sus recuerdos, sus penas y temores más profundos, hasta que conoce a un robot o «ángel mecánico» que tiene la misión de salvarla.

«Es un drama psicosocial (…) sobre la pérdida, como un cuento de hadas urbano (…) sobre el abandono, la salud mental, esta gente que se convierte en invisible para el resto de la sociedad», sostiene el director.

Salvini mueve con vigor sus manos tatuadas mientras habla rápido, pero se permite un breve silencio para carraspear antes de apostillar que sus obras, ancladas en lo fantástico, «siempre» tienen algo de personal.

«Perdí a mi padre cuando era muy niño y creo que tiene que ver con eso porque siempre aparece, de alguna manera en mis trabajos anteriores, la pérdida», confiesa, sin interrumpir el incesante golpeo con uno de sus pies.

Otro denominador común de las obras del cineasta, que también se replica en «El corazón de la luna», es el de los personajes perturbados o inscritos en los márgenes de la sociedad o, en palabras de Salvini, historias que «transcurren en un ambiente más mental que otra cosa».

Sin diálogos

En lo que se estrena el director en esta película es en omitir por completo cualquier tipo de diálogo y contar la historia solo a través de las imágenes, la música, los sonidos y la interpretación de los actores.

«No tiene palabras, ni habladas ni escritas. Hacía tiempo que yo quería hacer un trabajo así», cuenta Salvini, quien augura que «una buena plataforma a nivel global» acabe acogiendo su cinta, que es la primera producción del Centro de Creación Audiovisual (Crea) de la Universidad de Lima y es distribuida por Tondero Distribuciones.

Pero, por ahora, el destino más inminente de «El corazón de la luna» son las salas de cine peruanas, donde el largometraje se estrenará el próximo 27 de octubre tras un periplo por festivales internacionales que le dieron cinco premios y otros tres a la actriz protagonista.

Su máxima aspiración, sin embargo, es llegar a representar a Perú con una nominación al premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en la categoría Mejor Película Extranjera, un puesto que, en las últimas ediciones, en el país andino ocuparon «Manco Cápac» (2022) de Henry Vallejo; «Canción sin nombre» (2021), de Melina León, y «Retablo» (2020), de Álvaro Delgado-Aparicio. EFE