Ministerio de las enfermedades

Hugo Lucero Luzuriaga

Parece irónico el titular, pero según el profesional Claudio Galarza, “el Ministerio de Salud Pública del Ecuador es un Ministerio de las Enfermedades”, ¡cierto! porque es donde se prioriza el medicar y por ende la tendencia al mayor consumo de fármacos, quedando relegadas la promoción y prevención de la salud. Limitada la medicina a la medicalización nos encontramos con una serie de problemas y reacciones, a saber:

Enfados tanto de enfermos como personas de su entorno ante la casi ausencia de medicamentos básicos en los establecimientos del MSP y del IESS. Expresiones de ira y coraje cuando los usuarios tienen que adquirir los medicamentos en farmacias particulares. Desobligo e indignación al conocerse actos de corrupción en la adquisición de medicinas. Sorpresa y fastidio cuando tienen que adquirir medicamentos de marca y caros ante las insinuaciones de algunos profesionales en el sentido de que los genéricos no son tan efectivos (no valen). Coraje y angustia cuando familiares del enfermo operándose tienen que ir a las volandas a adquirir algunos insumos para que no se suspenda la cirugía. Indignación cuando los ecuatorianos con enfermedades catastróficas tienen que suspender su tratamiento ante la falta de fármacos en los hospitales. Proliferación de farmacias, algunas tipo botiquín, en donde se vende y hasta se receta. Incremento del contrabando de medicinas como negocio lucrativo. Aumento del consumo de “remedios naturales” sin las bases científicas correspondientes. Cada vez más charlatanes, brujos y afines que también negocian “remedios” para todos los males. Los procesos para la adquisición de medicamentos permiten la manipulación debido a que nace de la demanda de hospitales que no disponen de un estudio eficiente de consumo histórico, de costo beneficio y de costo efectividad.

Lo descrito confirma que el MSP y otros, se han convertido casi que solo en “curadores”, que solapan la corrupción y la sinvergüencería que campean en todos los tiempos y espacios. OBVIO, CON LAS MERITÍSIMAS EXCEPCIONES. (O)