Mirando al espejo

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Será solamente unos días atrás cuando una nota de prensa celebraba, presidente de la República incluido, la entrada de una cadena de ropa europea que produce en Asia e importa su ropa al Ecuador como un triunfo del libre mercado y la competitividad. Claro, nada se decía de los casi USD 150 millones que el sector textil ha perdido y los casi 10.000 trabajadores que perdieron sus empleos. Así que este habrá que pisar con cuidado, porque la libre competencia puede promover la eficiencia, pero sacrificar por el camino la justicia y el consumo consciente.

Por eso creo que es hora de mirarnos al espejo y reconocer ese complejo de inferioridad por el cual lo “importando” se piensa superior al producto nacional. Ese complejo de inferioridad que nos hace pensarnos incapaces de producir y competir en los mercados del mundo. Y me pregunto ¿Cómo es que miramos con tanta apatía el enorme esfuerzo de nuestros obreros y artesanos, neutralizados por quién prefiere consumir productos “made in” donde sea menos Ecuador? ¿No nos damos cuenta de que la economía local genera incomparablemente más empleos que la contraparte importadora que lo anula? ¿Cómo es posible que nuestra industria textil luche a brazo partido por sobrevivir mientras el ecuatoriano perpetúa el complejo de la ropa importada y celebra la entrada de las grandes cadenas internacionales? ¿Es que nos somos conscientes de lo que hacemos?

Y para dejarlo claro, no se trata aquí de dólares, sino de dignidad; de proteger nuestra industria y de devolverle la fe en sí misma; no solo de respetar el producto nacional, sino de despertar el sentido de grandeza que desterrará la mano de obra barata, pasto de explotación y transformará el país de brazos para la siembra en la patria de mentes para el progreso. Y para esto, se requiere de un Estado que deje de calcar, como si no pudiéramos pensar por nuestra cuenta, el modelo de negocios de las grandes cadenas internacionales para repensar un modelo de desarrollo que proteja nuestra industria. La nuestra, la propia, la que genera empleo y riqueza para nuestro pueblo y no para otras latitudes del mundo…