El Ejido crece en armonía de lo antiguo y una arquitectura moderna

Cuenca, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la armonía entre la antigua arquitectura, que no es monumental a excepción de la Catedral nueva y el paisaje natural.

El Doctor Juan Cordero Íñiguez denominado Historiador Vitalicio de la Ciudad de Cuenca, es uno de los investigadores de la historia de la ciudad. A través de un conversatorio nos cuenta cómo fue el proceso de formación, desarrollo, de El Ejido; sus cambios desde sus orígenes hasta la actualidad.

Los españoles procuraban que haya un espacio amplio para la provisión de agua para el pastoreo de animales, para la provisión de carne y otros productos derivados de ellos, porque ahí estaba fundamentalmente la fuente de abastecimiento para los hogares.

Cuando se produce la fundación cuencana-cañari se dejaron varios Ejidos, uno muy cercano a Cuenca, al otro lado del Río Tomebamba, que es el que actualmente conocemos como El Ejido y otros un poco más alejados.

El Ejido era un lugar amplio de vegetación densa, con los ríos Tomebamba, Yanuncay y Tarqui, atravesándolos hasta llegar al sector de Turi, con propiedades grandes que poco a poco fueron adquiridas al municipio en favor de personas particulares.

El paisaje de El Ejido era impresionante hasta tal punto que Manuel J. Calle uno de nuestros mejores periodistas del Ecuador, que también escribe biografías, una la dedicó a Remigio Crespo Toral, que tenía su casa donde está actualmente el museo, con una enorme vista hacia El Ejido y dijo: con un paisaje así cualquiera puede ser poeta, la naturaleza estaba ahí esperándole.

Desarrollo

Más adelante un hito muy importante que la misma presencia del Estadio fue el traslado de la Universidad a partir de 1954, a una gran propiedad cerca de San Roque, lo que fue motivo de atracción de mucha gente a su alrededor.

Esto, conllevó a cambiar la fisonomía de este sector. Coyunturalmente, la Municipalidad de Cuenca había vendido poco a poco terrenos en El Ejido y autorizó la construcción de villas en espacios grandes, surgiendo una nueva arquitectura rural al estilo Neo-hispánico.

En la parte baja se pudo mantener algún criterio estético que da identidad de ser parte de Cuenca. En 1924 se escogió ahí el espacio para la construcción del Colegio Benigno Malo, que es otro de los elementos atractivos, las mismas que se pueden observar en fotografías antiguas, convirtiéndose en otro ícono de la arquitectura cuencana.

Un presidente del Consejo a quién se le tildó de iluso, se le ocurrió hacer una avenida de 60 metros de ancho que es la actual avenida Solano y esa es otra de las obras que articularon la zona baja. Era inimaginable en esa época una avenida de tanto ancho y hay que pensar que al final de la avenida había una colina y que el alcalde de ese entonces, el Coronel Miguel Ángel Estrella se le ocurrió ampliarle y tuvo que bajar un poco la colina de la Virgen de Bronce en el 1904.

En este mismo lugar se elevó el primer monumento que tiene Cuenca, dedicado al culto Mariano a la Virgen llamada de Bronce (Por su material), esta obra se convirtió en una aventura, por su ubicación; llegar a la colina de la Virgen de Bronce para rendir culto a María, todo eso poco a poco va sumando para dar una idea de lo que fue El Ejido.

“Creo que debería haber alguna normativa para no excederse en las edificaciones en el sector El Ejido porque aún debe conservar el verdor que era típico y por ello se dice reina hermosa de fuentes y flores”.

Juan Cordero-Historiador cuencano

El Ejido en la actualidad

Entonces en síntesis, El Ejido de Cuenca nació como un espacio rural y, originalmente, estaba destinado a ser el uso agrícola y de pastoreo de ganado. Sin embargo, por sus cualidades estéticas y paisajísticas, poco a poco fue ocupado por quintas vacacionales de familias que habitaban el casco urbano, convirtiéndose en la primera zona de expansión de la ciudad hacia el Sur.

Además, a causa del creciente desarrollo económico de la urbe, se emplazaron también importantes equipamientos administrativos, políticos y religiosos, lo que dio paso a una urbanización bastante acelerada de esta zona, consolidándola definitivamente para mediados del siglo XX.

Por esta razón, y por iniciativa municipal, en la década de los 40 llega a Cuenca un arquitecto uruguayo Gilberto Gatto Sobral, quien realiza el primer Plan Regulador para la ciudad (1949); por primera vez, se puede hablar de un ordenamiento territorial en esta zona.

Este plan se constituyó como una ruptura en la forma de ver y hacer ciudad hasta ese entonces, mediante la introducción de criterios de arquitectura y urbanismo correspondientes al Movimiento Moderno, que había iniciado en Europa y ya se encontraba con importantes exponentes en Latinoamérica.

Es por ello que esta zona es considerada de gran importancia para la ciudad; por esta razón, fue estudiada y analizada por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, que le declaró como Patrimonio Cultural del Ecuador en el año 2011.

Sin embargo, once años después de su declaratoria, es necesario mirar en retrospectiva los procesos de valoración y gestión llevados a cabo en El Ejido, que hasta ahora han sido manejados con los mismos criterios utilizados en el Centro Histórico, para que, con las nuevas visiones que actualmente se tienen en torno al patrimonio cultural, se puedan generar herramientas e instrumentos de gestión y conservación adecuados para la puesta en valor de esta importante zona de la ciudad de Cuenca.