Fútbol

Ana Abad R.

La extraordinaria capacidad atlética para correr durante noventa minutos y estar preparado incluso para hacerlo en tiempos extras, conocer la cancha y su espacio de juego, sostener la estrategia planteada y al mismo tiempo reconocer la del equipo rival, no derrumbarse si el marcador está en contra, o no han acertado un penal, o fue expulsado un compañero y deben, por tanto reacomodar el juego y la cancha, más la pasión de las barras precisa, sin duda, de una dinámica conexión entre cuerpo, mente y espíritu. Todo esto más las habilidades de cada uno de los jugadores, hace del fútbol uno de los juegos colectivos que permite resaltar la individualidad en la medida del juego colectivo, como parte y consecuencia del trabajo en equipo; pero, además, las emociones que provoca, es una oportunidad para mostrarnos que “sí se puede” tener objetivos comunes, aunque nuestras diferencias, posiciones y preferencias personales por cualquier razón que fuere, nos ubiquen “en otro equipo”. ¿Por qué es tan difícil extraponer esta experiencia a nuestra vida cotidiana? ¿Por qué no jugamos en el mismo equipo? ¿Por qué no respetamos al equipo contrario? ¿Por qué no jugar limpio? Que el pitazo inicial de Qatar 2022 no se convierta en cortina de humo que nos aleje de la atención que debemos prestar a las acciones de todos los poderes del Estado, porque estamos en sus manos. (O)