Buscando fortuna

Juan F. Castanier Muñoz

No cabe duda en la mente de la mayoría de ecuatorianos conscientes, que los procesos a través de los cuales han conseguido su libertad personas como Jorge Glas, Daniel Salcedo, alias “Gordo Luis”, alias “Junior” y otros, están plagados de ilegalidades e inmoralidades. Y digo esto, no porque la inmensa mayoría de ecuatorianos seamos personas entendidas en leyes o con títulos de jurisconsultos, sino porque el sentido común, la sana lógica, nos conducen de manera inequívoca a pensar de tal manera. Para empezar, todos los sujetos mencionados están acusados de la comisión de varios delitos, en algunos de ellos con sentencias en firme y en otros aún en proceso de juzgamiento. Ninguno de ellos ha cumplido el mínimo de las penas ya impuestas para hacerse acreedores de las rebajas que considera la ley. Todos ellos han interpuesto sus “recursos” ante jueces cantonales, lejanos de su jurisdicción original y con unas hojas de vida “dignas” de una verdadera directiva delincuencial.

Por otro lado, nos queda la sensación, amarga y frustrante por cierto, de que a ninguno de ellos se les ha aplicado la sanción que debía aplicárseles, que su libertad, denigrante y tempranera, no deja satisfecha para nada a la vindicta pública y que el “mensaje” que esta jorga de jueces transfugosos ha entregado a la sociedad, constituye, sin lugar a dudas, una  apología de la impunidad y la desvergüenza.

Cuando uno ve que, en un proceso legal, los actores toman mano de mañoserías, como la de ir a buscar un juez en la Cochinchina y que, además, este juez tenga cara, facha y trayectoria de pícaro, pues, prácticamente el guion está establecido de antemano. Es hora de endurecer los controles a los miembros de las instituciones involucradas, así como de endurecer las sanciones pecuniarias. Los jueces que hayan sido sancionados por actos de corrupción, no solamente deben quedar excluidos de por vida para volver a ser funcionarios judiciales sino que la Universidad les debe retirar definitivamente sus títulos académicos. La fortuna se la debe buscar mediante la dedicación y el esfuerzo, y no a través de sentencias inmorales. (O)