Una tradición de Sígsig va rumbo a ser patrimonio

Noche de los Jampos
Los habitantes del cantón Sígsig se disfrazan de jampos para la fiesta de cada 20 de enero en honor al patrono San Sebastián. / Cortesía

Equipo investigador expuso un estudio en Chile sobre la manifestación cultural denominada “Noche de los Jampos”. Esta celebración lleva más de 40 años.

Los sígseños esperan con ansias el 20 de enero de cada año para participar de la “Noche de los Jampos”. Se trata de una manifestación cultural que se impulsa como patrimonio inmaterial del Ecuador.

Niños, jóvenes y adultos se cubren sus rostros con máscaras de personajes del campo, animales, actores políticos e incluso de ficción. Su vestimenta se complementa con coloridos atuendos confeccionados con prendas deterioradas para bailar y correr por las calles céntricas.

La festividad se realiza desde hace más de 40 años como parte de la celebración religiosa a San Sebastián, patrono de este cantón nororiental de la provincia del Azuay.

Tres investigadores elaboraron un informe que parte de un estudio universitario sobre esta expresión cultural. Lo hicieron para presentarlo en el III Congreso Nacional de Gestión Cultural que se dio a fines del mes pasado en Chile, con el afán de seguir generando información para promover su declaratoria patrimonial.

Johanna Pacheco, licenciada en Comunicación Social e integrante del equipo investigador, fue quien -en su etapa como estudiante universitaria- llevó a cabo entre el 2013 y 2014 una investigación inicial sobre la “Noche de los Jampos”. El estudio previo se profundizó desde el 2018, lo que permitió contar con dicho informe para el pasado congreso.

Se contó con el aporte de Blas Garzón, docente de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), y Gabriela Torres, del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC). Ellos, con sus conocimientos, enriquecieron el trabajo previo.

Blas Garzón, Gabriela Torres y Johanna Pacheco, conforman el equipo investigador del estudio sobre la expresión cultural “Noche de los Jampos”. Cortesía

Según Pacheco, la festividad en sus inicios tenía la participación de 20 o 30 personas que se disfrazaban de personajes del campo que se encargaban de abrir camino entre la multitud para el paso de la escaramuza. “Ellos bajaban desde el sector Dacte bailando y gritando hasta llegar al Parque Central de Sígsig. En la actualidad esta participación llega a sobrepasar los 2.000 jampos”, citó.

Se llaman jampos porque, cuando desempeñaban su rol en la escaramuza, gritaban la frase “den campo”. Esta expresión al repetirse constantemente se escuchaba como jampo.

Registro

De acuerdo con el informe, esta expresión cultural “Noche de los Jampos” se encuentra inventariada en el Sistema de Información del Patrimonio Cultural (SIPCE), bajo el código IM-01-09-50-000-13-008959, en el ámbito de artes del espectáculo.

Este inventario sirve como documento base para determinar futuras acciones encaminadas a la salvaguardia de esta manifestación popular. Sígsig.- (BPR)-(I)

Metas de investigación

En la investigación realizada de la “Noche de los Jampos” se consideró tres aspectos fundamentales: la descripción de la manifestación, el análisis de la metodología que tiene trazado el INPC para estas expresiones populares, y recomendaciones sobre el cuidado que deben tener las instituciones afines para que se pueda fortalecer esta manifestación.

Sobre las recomendaciones, Blas Garzón, docente de la Universidad Politécnica Salesiana y también miembro del equipo investigador, aseguró que la administración municipal de Sígsig tiene que tomar algunas medidas para fortalecer esta manifestación.

“Las autoridades municipales están interesadas en que continuemos con la investigación con el propósito de que logremos nuevos objetivos. Así se alcanzará la meta principal de la declaratoria cultural”, comentó Garzón. (I)

Frase

“Cada 20 de enero se lleva a cabo nuestra tradición, ‘Noche de los Jampos’. La expresión popular reúne a los pobladores de los diferentes sectores de Sígsig que honran al patrono San Sebastián”

Johanna Pacheco, investigadora