Pase del Niño Viajero, entre la devoción y el sincretismo

Monseñor Marcos Pérez, arzobispo de Cuenca, presenta al Niño Viajero ante la multitud de fieles en el inicio del Pase. /API

Ataviados con atuendos de cholos, otalaveños, negros danzantes, Diablo Huma, reyes magos, ángeles, mayorales y más desfilaban los miles de devotos que participaron este 24 de diciembre de 2022 en la procesión del tradicional Pase del Niño Viajero.

Esta manifestación que refleja el sincretismo entre lo religioso y lo cultural se retoma luego de tres años en que se limitó el número de participantes debido a la pandemia por la COVID-19.

Con un elegante traje azul con lentejuelas, el traslado del Niño Viajero empezó a las 10:00 desde la Catedral de La Inmaculada Concepción. Iba en brazos de monseñor Marcos Pérez, quien celebró la eucaristía del 24 de Diciembre.

Personajes

En un día soleado, los disfrazados acompañaron al Niño Viajero durante el recorrido junto a niños, jóvenes y adultos que iban a pie, en carros alegóricos o a caballo.

Entre los personajes desatacaron los mayorales, gitanos, pastores, así como personajes ancestrales del país como cayambeños, cañarenses, saragureños y amazónicos, compartiendo espacio con las figuras de Jesús, José y María.

En esta manifestación de fe se conjugan tradiciones, costumbres, culturas de Cuenca, de Ecuador, de los extranjeros radicados en la urbe y de los migrantes ecuatorianos, que regresan cada año a su tierra natal para expresar su fervor.

Wilmer Quezada luce de negro danzante. Desde hace más de una década, participa cada año junto con su familia en el Pase y la procesión en agradecimiento al Niño Viajero.

Edison Quezada pinta el rostro a su hermana, previo al Pase del Niño Viajero. PNH

“El niño nos da salud, vida, trabajo y nos cumple lo que le pedimos. Le tenemos mucha fe”.

Wilmer Quezada, devoto del Niño Viajero.

Pase

En agradecimiento por la vida, por la salud, por los que están, por lo que ya no están, por la fe, por la tradición, son algunas de las consignas de las miles de personas que se reunieron.

La cuencana Esthela Salazar vive este pase de manera especial, al retomarlo después de la crisis sanitaria que se desató en 2020.

“Es maravilloso poder acompañar nuevamente al Niño Viajero, agradecerle por la salud y por estar hoy aquí nuevamente”, comenta con alegría la mujer vestida de chola.

Para participar en la pasada, desde tempranas horas de la mañana los feligreses se concentraron con decenas de carros alegóricos en el Paseo Tres de Noviembre. Ultimaron detalles con frutas, flores, adornos, golosinas y con las imágenes del Niño Jesús de las familias.

Fiesta

Este acto de fe católica más importante de la ciudad nació en 1961, en la familia de Rosa Palomeque, quien “bautizó” la imagen del Niño Jesús, cuando el entonces vicario de Cuenca lo llevó a un viaje a Tierra Santa.

¡Ya vino el viajero! Fueron las palabras de doña Rosa Palomeque al ver llegar a Monseñor Miguel Cordero con la escultura religiosa.

Tras el deceso de doña Rosa Palomeque, su hija Rosa Pulla, continuó con la celebración hasta su muerte hace 15 años, en abril de 2007. Posteriormente, tomó la posta su hija Carmela Llivipuma, quien es actualmente la mantenedora del Niño Viajero.

En la víspera del Pase del Niño Viajero, doña Carmelita organizó una procesión junto a un grupo de migrantes que llegaron desde Estados Unidos al país especialmente para la pasada.

“Hemos comenzado desde agosto a preparar todo, con nuestros amigos y priostes. Es la unión por la fiesta del Niño Viajero, mi madre Rosa Pulla lo hizo e invitaba con su pan a la gente y lo entregaba en la pasada”, recordó doña Carmelita.

Familias enteras asisten al Pase del Niño Viajero, que desde 2008, es Patrimonio Cultural Inmaterial de Ecuador. (PNH) (I)