Bienvenido 2023

El inicio de un nuevo año significa tantas cosas, sobre todo de esperanza, no solo en lo personal, familiar, entre amigos, por qué no en lo institucional, ni se diga como país, incluso en torno al destino del mundo, de la humanidad misma.

Asumirlo con positivismo, sin caer en la ansiedad ni ser pretenciosos; con un claro sentido de lo real, de lo alcanzable; de siempre perseverar, son parte de los buenos propósitos.

Todos habrán intercambiado abrazos y deseos por un feliz Año Nuevo. Lo seguirán haciendo hoy, mañana, pasado mañana.

Bien por quienes lo hicieron físicamente, sintiendo la emoción, la fuerza prometedora del abrazo, a lo mejor de las lágrimas; pero también por quienes lo hicieron virtualmente aprovechando los medios tecnológicos.

Tales expresiones revelan la renovación de la fe del hombre en sí mismo. Sus implicancias rebasan el simple cambio de un número en el calendario, si bien nos muestra el paso inexorable del tiempo.

Todos tendrán sus propias expectativas, sus proyectos, sus sueños e ilusiones. También sus alientos y fuerzas para superar, a lo mejor, situaciones delicadas de salud, de precariedad económica, de abandono, de insolidaridad, de incomprensión, de injusticia.

Al fin y al cabo, el ser humano es una amalgama de aquellas y otras situaciones, sin dejar a un lado la alegría, el optimismo, la tenacidad y la capacidad para sobreponerse ante cualquier vicisitud.

Como país, ojalá en este nuevo año las cosas mejoren en lo económico, en lo social, en seguridad, en oportunidades para todos; igual, en lo político, ámbito en el cual nos hace falta pensar en el Ecuador, trabajar por el Ecuador, legislar por el Ecuador, administrar justicia por el Ecuador, gobernar para el Ecuador.

Las diferencias, no importa su naturaleza, no deben superponerse al real sentir de la mayoría de ecuatorianos.

Iniciamos el año con una campaña electoral. Ojalá prime la sinceridad entre los candidatos; y el razonamiento entre el electorado.

Bienvenido 2023. Lo mejor para todos.