El valor de la familia

Nancy Negrete Martínez

Hay distintas situaciones en las que nos consideramos estar en familia, sean por las circunstancias, por el entorno social, cultural, por la confianza mutua, el afecto, entre otros aspectos, que no necesariamente son exclusivos del parentesco, sino que también se vinculan por un contrato social.

Cada familia, como un sector social diferente, en distintas épocas, tiene su propia interpretación de los cambios y de la realidad. Es por ello que, cualquiera que sea el concepto de familia que identificamos en un determinado contexto o momento, es importante comprender que, la familia presenta un marco de intimidad que favorece las actitudes más francas y abiertas de sus miembros.

La familia es la forma de organización e interacción que construye identidad, autoestima, esquemas y valores de convivencia social; por ende, como forma de organización autónoma y variada, necesita regirse por normas basadas en valores, que regulen el comportamiento de sus miembros, aunque sea por consenso.

Cualquiera que sea la realidad familiar o a quienes consideremos como parte de nuestra familia, el motor de las relaciones debe ser sólido y nutrido en valores, ya que la familia se convierte en un termómetro social en donde exteriorizamos el predominio de las relaciones intrafamiliares.

No solo en estas fechas, la familia debe estar siempre unida afectivamente e implicar una relación emocional y un principio de reciprocidad, compromiso y participación, especialmente, en situaciones adversas, para superar con éxitos las dificultades. Por lo tanto, los vínculos sociofamiliares deben estrecharse en un abrazo de respeto, reconocimiento, solidaridad, apego, agradecimiento, celebración, júbilo.

No olvidemos que los últimos años vividos nos han hecho apreciar lo que realmente es importante: el valor de pertenecer a una familia. (O)