¿Los vieron?

Ellos aspiran a una pasantía política en aquel restaurado inmueble, ubicado frente al parque Blas, cundido de palomas y por donde los aviones pasan raspando las buhardillas.

Casi todos formalitos. En camisita unos; otros luciendo sus nikes y medias a medio talón; pocos con terno y corbata. Unos luciendo sus calvas, otros sus canas; pero todos con sonrisas de oreja a oreja.

Ellas, ¡qué fashion por dios! Escogieron los trajes con anticipación. Si hasta se expusieron en sus redes sociales horas antes de ir al set del canal.

Una que otra nomás apareció, como dicen las modistas que no se debe hacer, con doble cuello y deslucido peinado. No habrá tenido “asesores de imagen”, que ahora dicen que son doctores, o le valió un bledo.

¿Los vieron?

Unos han reaparecido en el mundillo político cual fantasmas, como esos viejos amores que ahora reaparecen, de pronto, en las redes sociales, creyendo, de pronto que sigue vivo el man o la man.

Otros asoman de puro necios. Piensan que ahora sí se sacarán la lotería. Otros, como si no les importara que perdiendo se ganarán la lápida política. 

Unos demostraron tener el don de la ubicuidad, digo el de la ubicuidad política. Qué otra cosa puede ser. Y eso también por no decirles saltimbanquis.

Es que ayer nomás con el movimiento tas, ahora con el tas-tas y el no estás; ayer, amigo del Raymundo, ahora enemigo de todo el mundo; ayer tomando colada, ahora mezclándola con mermelada; ayer de gancho con el fulano, ahora con el mengano.

Otros; otras, ni siquiera tuvieron rubor para achacar a quienes les sacaron del anonimato. Lo que es la ingratitud, dirán. Pero es que en política todo vale, así sea negar al padrino de la guagua. 

¿Los vieron?

Ellos, qué manera de hablar, excepto uno que otro acostumbrado a sofrenando repetir y repetir.

Ellas, ¡“Ave María purísima”!, qué locuacidad; qué manera la de gesticular; los guiños de sus miradas hasta enceguecieron al camarógrafo y encandilaron al moderadito moderador.

Qué capacidad de arranque, en especial la de ellas, si bien una trastabilló desde el comienzo, se descompensó y fue a dar con el shungo en un hospital. Y tanto que se preparó.

Qué conocimiento el de todas las desgracias habidas y por haber de la provincia donde quien reinar con sus abejas reinas, obreras y zánganos, repletos de miel, así ya no haya flores en las praderas.

Qué capacidad de achaque la que demostraron, como pensando que el público no conoce hasta de qué lado duermen ni a qué santo santurrón se encomiendan.

Qué pena que no ganen todos; pero bueno, ya tendrán algo para su currículum vitae y para la gloria de sus herederos.