Dos Pases del Niño Jesús llenos de historia

Las pasadas del Divino Niño Migrante y de la Tía Lulú son eventos tradicionales de Cuenca que cada año se realizan los segundos sábados de enero.

La imagen del Divino Niño Migrante fue llevada hasta la Catedral donde se cumplió una eucaristía en su honor.

La devoción intacta y la eterna fe de los cuencanos se evidenció nuevamente ayer, en diferentes actos religiosos como son los tradicionales Pases del Niño Jesús.

La pasada del Divino Niño Migrante inició en los estudios de La Voz del Río Tarqui, radio cuencana que mantiene viva esta tradición.

Aquí, familiares de personas que tomaron la difícil y dolorosa decisión de dejar el país, en busca de mejores días, participaron activamente en el colorido evento para pedir por el bienestar de sus seres queridos que, a pesar de encontrarse lejos, no pierden la esperanza de volver a verlos.

Así, por ejemplo, Martha Guachicullca y sus hijos, quienes viven en el Cruce del Carmen de Sinincay, se revistieron para participar en este acto religioso.

Mientras, la ama de casa peinaba a su hija Diana Yari, quien lucía un fino traje de Chola Cuencana, señaló que está muy agradecida con el Divino Niño Migrante porque algunos familiares, como su hermano Julio, han llegado sin problemas a los Estados Unidos, “gracias a su voluntad”.

Martha Guachicullca le hizo dos trenzas a su hija antes de participar en el Pase del Niño Migrante, en el cual participó toda su familia. José Mosquera/El Mercurio

Martha destaca que esta imagen ayuda a todos sus devotos, entre ellos su hermana, quien tuvo complicaciones en el embarazo, pero finalmente dio a luz sin complicaciones. “Es muy milagroso”, asegura.

La infinita fe también es evidente en Carlos Jiménez. Sus lágrimas bajan por las mejillas cuando reza la oración al Divino Niño Migrante.
Su voz se quiebra al leer la última parte de la plegaria. En ese momento su mente es invadida por las imágenes de sus tres hijos que tuvieron serios problemas para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. Pero, “gracias a la misericordia del Divino Niño Migrante”, sus sucesores ya se encuentran siete meses en suelo norteamericano.

Carlos Jiménez y su esposa Amelia Jiménez leen una oración al Niño Migrante pidiendo por la salud de sus seres queridos. José Mosquera/El Mercurio

Carlos vino desde Ludo, parroquia de Sígsig, para venerar a la imagen, pero también para pedirle por su nieta Yesli, quien tiene problemas de corazón. “Vengo a encomendar su vida al Divino Niño Migrante”.

Rosa María Pulla, gerente de La Voz del Río Tarqui y mantenedora del Pase, resaltó que este evento está institucionalizado por la Arquidiócesis de Cuenca y se realiza cada segundo sábado de enero.

Detalla que esta tradición nace en el 2008, no se realizó 2021 y 2022 por la pandemia. Sin embargo, la imagen tiene más de 150 años.
Pulla afirma que el Divino Niño Migrante le “ayudó a curarse” de leucemia y un linfoma maligno.

También cuenta que ha recibido miles de testimonios de sus milagros. El que más le sorprendió fue cuando un migrante estuvo herido y abandonado por los coyoteros, pero recibió ayuda de un “señor alto y rubio” que finalmente le ayudó a conseguir el sueño americano.

Antonio Balladares, coordinador del Pase del Niño Migrante, entrega café con pan a las personas que participaron en este evento, entre ellos los estudiantes del colegio Benigno Malo. José Mosquera/El Mercurio

58 años uniendo a la familia

El Pase del Niño de la Tía Lulú es otro evento religioso tradicional de Cuenca. Ayer, familiares, amigos, allegados y ciudadanía en general participaron del evento que se cumplió en el parque San Sebastián.

Lulú Torres sirvió a la ciudad desde diferentes e importantes funciones, especialmente en la parte social y voluntariado, es la promotora de esta tradición que inició en 1965.

Lulú Torres de Aguilar es la promotora de uno de los tradicionales pases del Niño Jesús en Cuenca que se realiza desde hace 58 años. Xavier Caivinagua/El Mercurio

María Victoria Andrade, su sobrina, indicó que durante los años de pandemia no realizaron este certamen. Sin embargo, la fe y la devoción se mantienen intactas.

“Es un Pase del Niño que inició a nivel familiar, pero creció hasta llegar a institucionalizarse”, recalca.

Es así que los niños se volvieron a vestir de ángeles, pastores, reyes, vírgenes, entre otros personajes, para festejar la Navidad.
Ellos estuvieron acompañados de sus padres, quienes cuando eran pequeños también se revestían en este Pase del Niño, que siempre se realiza el segundo sábado de enero.

Tal es el caso de Stewart Aguilar, quien participó por primera vez en este acto religioso cuando apenas tenía tres años, incluso, recuerda que su tía Lulú le cargaba en los desfiles. “Salía disfrazado de ángel, pastor y de lo que nos pedía. Todo lo que hemos hecho ha sido por puro amor y devoción”.

Aguilar, quien ahora ve revestidos a a sus hijos: Victoria May y Stewart José, destaca que el Pase del Niño de la Tía Lulú prácticamente es un patrimonio de Cuenca, pues cada vez tiene más acogida, incluso con personas que exclusivamente vienen a Cuenca de otras ciudades para participar en esta actividad.

Ernesto Cañizares es otro de los animadores permanentes del evento. “Este pase es tradicional desde que tengo razón. Antes empezaba en la casa de la tía Lulú, ubicada en la calle Mariscal Lamar y escuchábamos misa en el Santo Cenáculo”.

Luego cumplirse el Pase del Niño, que se realizó en el interior del parque San Sebastián, y la eucaristía, los organizadores entregaron los infaltables y crocantes panes de costra dulce, que se han convertido en una rica costumbre. (I)