Reinventar la política

Aníbal Fernando Bonilla

La política debe entenderse desde la nobleza de los actos. Desde el alto espíritu del pensamiento y el debate altruista. Desde la confrontación racional de ideas. Desde el  mensaje elocuente que contenga sabiduría y enseñanza. La política es una ciencia que imparte elementos sustantivos en el marco de estrategias que permitan mejorar la condición social. En esta tarea es esencial la irrupción de liderazgos que posibiliten el pleno desempeño de planes y programas en pos del ser humano. La política también es práctica cotidiana que rebasa cualquier pronóstico, y se cimenta en la esperanza de un mañana próspero.

Lamentablemente la política en el Ecuador ha ido camaleónicamente degenerando en politiquería, que es lo mismo que decir en una forma indecente de pugnar por los tentáculos del poder. En su ejercicio no se asimila un adecuado nivel de madurez, pese a los hechos aleccionadores de la historia contemporánea. El sentir ciudadano ha exigido a través de la protesta en plazas y calles -en jornadas estoicas-, entre otras cosas la eticidad en el manejo de la Cosa Pública. La gente consciente del insultante estilo de actuación política reprueba a los sujetos políticos en su conjunto.

Más allá de la afinidad ideológica, la población aspira una mejor conducción de sus mandatarios, y espera el restablecimiento de la institucionalidad. Propósitos que pretenden, además, reivindicar el legado político, tan maniatado a intereses particulares y corporativos, y reducido a protervos fines que contrarían el bien común. Los actores políticos en nuestro medio constituyen una especie de cofradía envilecida por detentar el poder, para quienes lo primordial es obtener las canonjías de la mal consabida política, espacio en que tras su acceso recién empiezan a fijarse metas, desde luego, cortoplacistas, que se verán sometidas a las variables que imponen los pactos y acuerdos de trastienda. Por lo dicho, se requiere reinventar la política, para lo cual es imprescindible el involucramiento de todas y todos -no sólo de partidos y movimientos-, desde los más diversos e impensables escenarios. La reformulación del fenómeno político dependerá en buena medida del grado de compromiso ciudadano.  (O)