Debates mal organizados

Gerardo Maldonado Zeas

La suerte del país está echada. Luego de ver los debates y la metodología absurda impuesta por el CNE, en la cual ellos son los actores, y no los candidatos, dejando de lado la posibilidad de debatir realmente sobre los grandes problemas de la ciudad y la provincia, los fantoches hablaron de todo y no dijeron nada. Hubo candidatos de real fuste, pero por el poco tiempo que tuvieron no pudieron desarrollar sus programas, frente a los aventureros de turno aupados por la metodología absurda de un “comité de debates” que, en el tiempo, como dirían los especialistas, se pasaron las dos terceras partes de la hora y media alabándose, metiendo cuñas de una supuesta democratización para los votantes, buscando disque una “decisión consciente en las urnas”, basada en la información y el contraste de ideas. ¡Pura paja!

No hemos vuelto a ver un debate de altura desde hace mucho tiempo. Producto del decadente Código de la Democracia, preguntas formuladas con la venia del Notario, el gran misterio de la interrogación dentro de un sobre, como si estuviera guardando la fórmula de la coca cola; moderadores impedidos de hacer repreguntas, “interpelaciones” de 15 segundos y respuestas de 45 a un mismo candidato, imposible convencerse que las ideas podrían contrastarse por sorteo. ¡Qué absurdo!

Los candidatos fueron planchados con algunos textos aprendidos de memoria, sabían de los ejes temáticos, con una que otra modificación eran previsibles los contenidos de las interrogantes. Mas bien los espacios de debates, ajenos al cumplimiento obligatorio del CNE con su limitada concepción de enseñar, han emergido en otras formas de comunicación.

Y entonces es bien cierto, las redes sociales que tienen de todo, incluida basura decodificada como decía Umberto Eco, son los canales mediante los cuales vemos en Instagram, tiktok, a payasos, brujas, o como una última en la cual el candidato con grillete a la alcaldía de Quito Yunda disfrazado de albañil pide a un supuesto colega que le mande un “pico”, transformándose en un beso a la distancia. Imposible de creer al nivel que hemos llegado.

Deberíamos buscar una metodología de respeto mediante la cual, los candidatos tengan tiempo suficiente para verdaderamente “debatir”, como pasaba en el “senaculum” romano, o como las democracias maduras en el mundo practican. Dos o tres rondas, que absuelvan problemas profundos de la sociedad, por el momento imposible en Ecuador, mientras sobreviva este modelo obsoleto de supuesta participación política electoral, en la cual cualquier aventurero se cree salvador de su ciudad, provincia o país. (O)