¿Cómo será el voto?

Marco Salamea

Al acercarse cada proceso electoral siempre se habla de la importancia de que la gente vote reflexivamente; sin embargo, las características de sociedades como la ecuatoriana, y el tipo de cultura política que predomina en esta, harían inviable que el grueso de la población tenga un voto reflexivo o de opinión y que, por tanto, en general siempre predomine un voto emocional o clientelar.

Esta situación también tenderá a darse en el marco del actual proceso electoral, que culminará con las elecciones del 5 de febrero. Esto, además, por las peculiaridades que ha asumido dicho proceso

Entre esas peculiaridades está el excesivo número de candidatos a las Alcaldías y Prefecturas lo que, unido a una campaña electoral oficial de apenas 30 días y al gran desafecto de la gente por la política, hace casi imposible que la gran mayoría de electores pueda conocer y analizar cada uno de los planes de Gobierno y, razonadamente, decidir su voto; amén de que estamos ante un público electoral cuya débil formación política (léase “analfabetismo político”) no le permite identificar, claramente, el carácter de los “proyectos de gobierno” que está detrás de las propuestas que realizan los diversos candidatos.

En estas circunstancias se puede prever que, nuevamente, en estas nuevas elecciones el voto tenderá a ser más emocional y, por ende, poco reflexivo o crítico.

Por esto mismo no es sorprendente que casi todos los candidatos hayan apelado, incluso con mucha más fuerza que antes, a una increíble fiebre de ofertas, la mayoría ciertamente demagógicas, con el interés de conquistar el voto a partir de sembrar ilusiones y “esperanzas”, sobre todo entre los sectores que más están sufriendo los problemas de inseguridad, desempleo y la falta de inversión pública, que hoy afecta al país

En Azuay y Cuenca, por ejemplo, casi todos los candidatos ofrecen empleo, seguridad, defensa del agua, mejorar la vialidad y la movilidad; e, incluso algunos, quitar los radares de control de la velocidad, créditos y hasta educación universitaria. Además, todos buscan convencer a los votantes con vídeos en TikTok, y con una campaña en redes “sociales” en la cual hay candidaturas que recurren a noticias falsas y a la degradación del adversario.