Cultura política

La formación del ciudadano, asociado al civismo, debe ser objetivo primordial de la educación. Formar ciudadanos para una sociedad democrática, no es tarea fácil, se requieren conocimientos que les permita opinar, participar y tomar decisiones en la vida social de la comunidad; es decir, tener la capacidad para construir democracia y ejercer sus derechos.

En este sentido, las instituciones educativas constituyen un pilar fundamental en la preparación política y, posiblemente, la única herramienta formal de aprendizaje en esta materia, para el futuro ciudadano. Son las aulas donde debe formarse al ciudadano en leyes, en la comprensión del sistema de organización política, en la importancia del ejercicio electoral, en la participación de una práctica formativa para la ciudadanía; es decir, en una cultura política de la legalidad, honestidad y civismo, claves de un sistema democrático estable.

Lamentablemente, vemos que no hay un proyecto que permita la construcción de experiencias participativas en cultura política o, al menos, no como prioridad. No hay espacios de formación ni participación ciudadana, donde las voces de distintas edades y distintos sectores, puedan aportar con propuestas y acciones, lo que constituye una gran limitación en la formación de habilidades sociopolíticas; en consecuencia, en la vulnerabilidad del ejercicio de un voto consciente, de quedarnos solo como espectadores pasivos de una realidad que construyen e imponen otros, de recibir propuestas inalcanzables donde creemos que la realidad es inamovible.

Se debe cultivar, en todas las edades, estrategias orientadas a conducir una formación en cultura política, en generar experiencias y ejercicios que lleven a madurar la idea de un pensamiento político, social, público, comunitario, para que pasemos de ese aparente patriotismo a una verdadera formación ciudadana y a la práctica de una cultura política democrática. (O)