Rosa Rodríguez: «Nosotros tenemos el poder de decidir con qué alimentarnos»

Rosa Rodríguez, directora de Heifer Ecuador, durante su visita a Cuenca. XCA
Rosa Rodríguez, directora de Heifer Ecuador, durante su visita a Cuenca. XCA

Rosa Rodríguez es la directora de Heifer Ecuador, organización que busca erradicar el hambre y la pobreza, combinando el cuidado de los ecosistemas con el crecimiento económico.

América Latina no ha logrado “pasar el año” en materia de seguridad alimentaria y erradicación de la desnutrición. Esa es la afirmación de la experta, quien considera que ningún país, incluido Ecuador, ha tomado en serio este problema.

¿Cómo está la realidad ecuatoriana en materia de seguridad alimentaria?

Somos el segundo país, según UNICEF, con mayor proporción de desnutrición crónica. En Ecuador, uno de cada tres niños menores de dos años, está afectado por este problema. Y, lo más grave, cinco de cada 10 niños del sector rural sufren desnutrición crónica.

¿A qué se debe esta situación crítica?

Para nosotros, es una irracionalidad que en el sector rural, en donde se producen alimentos, la gente sufra desnutrición. Desde nuestra perspectiva, tenemos dos problemas graves. Gran parte de la producción de la agricultura se está destinando para productos de exportación, para productos que no son alimentos y, también, las familias están dedicándose al monocultivo y no producen alimentos para consumo propio. Segundo, hay falta de atención a los niños durante sus primeros años de vida y durante su crecimiento. Además, incide la falta de servicios básicos. Para nosotros, es fundamental ayudar a incrementar y diversificar la producción agrícola. Creo que las familias campesinas pueden diversificar su producción para consumir y vender en el mercado.

¿Cómo promover esa diversificación?

Nosotros partimos de que las familias campesinas, azuayas por ejemplo, en su gran mayoría, saben que combinar el maíz con el fréjol es fundamental porque ayuda al suelo, a la planta y al proceso de la agricultura. Además, permite tener variedad de alimentos. Tenemos una escuela de agroecología que les ayuda a entender cómo una producción diversificada favorece a un mejor suelo y más producción. Tener más variedad de productos les ayuda, no solo a mejorar su alimentación sino también a recibir más ingresos económicos. Se ayuda a las familias a acceder a semillas tradicionales, intercambiarlas con ellos y con otras organizaciones.

Con esa diversificación, ¿cuál sería el cultivo ideal que debería tener una familia promedio de la ruralidad?

Siempre cuento una imagen que tengo de una finca cercana a Gualaceo. Ellos tienen una chacra familiar, de media hectárea, con 60 productos diversos. Ese es un número importante. Con ello, iban a tres ferias campesinas, tres veces por semana. Claro, esto implicaba un proceso de planificación productiva, procesos de asociación productiva, mirar productos con los que se puede sembrar al mismo tiempo, rotación de suelos, planificación productiva, saber qué iniciamos plantando… Eso es importante en el proceso de transformación de la finca. Esto permite tener una mirada también de mercado. Con esto alcanzaban a tener ingresos mensuales importantes cercanos a 1.700 dólares.

¿Cómo se supera la barrera educativa para implementar este tipo de pensamiento?

El primer paso es erradicar el pensamiento antiguo arraigado en la mente de los agroproductores. De aquello que les enseñaron sus padres. Creo que en pandemia se percataron de que podían hacerlo. Usted recordará como en pandemia, en donde se cerró todo, los campesinos de las zonas rurales nos abastecieron. Cuando una familia ve que es posible diversificar los productos,y estar mejor alimentados, que gozan de mayor cantidad de productos para comercializar, yo creo que es el mejor incentivo, unido a procesos de capacitación e intercambio de experiencias, claro.

¿Hay evidencia que la diversificación de productos erradica la desnutrición?

Nosotros ayudamos al MIES a capacitar a 14.000 promotores, a escala nacional, sobre nutrición. El primer paso es saber en dónde están esos promotores con capacidad de compartir y trabajar con las familias campesinas para ayudar a entender la alimentación saludable. Ayudamos a que estos promotores formados vayan a las comunidades y trabajen, fundamentalmente, con las madres de familia y jóvenes, quienes son los mejores agentes para la transformación del hogar. Por ejemplo, vimos que las familias comienzan a consumir frutas. Eso es muy difícil para muchas familias, a las que no les gusta, no conocen o no tienen dinero. Para eso, empezamos con alimentos que existan en la zona. Hay que buscar cómo incluir a nuestra alimentación tradicional productos de otras zonas. No se trata de trasformar una cultura gastronómica, se busca enriquecer lo que cada una tiene, con más alternativas alimentarias.

¿Qué debe hacer el Estado para facilitar actividades que fomenten la nutrición sana y eficiente?

A finales del año pasado, presentamos un proyecto al MIES para combatir la desnutrición. Identificamos que persiste en la zona rural, en el mismo lugar en dónde existe una buena y diversificada producción. Con esto, creamos un modelo y le dijimos al Ministerio, seamos socios y vamos a demostrar, en primer lugar, que la producción campesina sí tiene volumen, calidad y estándares para producir alimentos, y son clave para ayudar a disminuir la desnutrición infantil. Creamos una lista de alimentos que debería tener una canasta en la zona rural. Esto suple a alimentos como galletas, cereales y otros preelaborados que no son parte de su cultura. Entonces, en lugar de adquirir estos productos, se compra al campesino y se genera economía para los productores. Los mismos campesinos se encargan de hacer las bolsitas que llegarán a los niños en escuelas y a las familias con desnutrición… No solo hay que hacer políticas públicas, hay que ponerlas en práctica.

¿Qué otras políticas públicas se requiere implementar?

Necesitamos que el Estado reconozca, valide y promueva mercados para la agricultura familiar campesina. Estuvimos con el Ministro de Agricultura en Santa Elena, una de las zonas más pobres del país. Allí les decía que debemos entender que la agricultura familiar campesina no es de subsistencia, sino que dinamiza la economía local, cuando se le da oportunidades de mercado, y es una solución ambiental que cuida el agua y genera alimento. Un aporte de los gobiernos locales está en la apertura de espacios para la distribución. También se requiere que la gente entienda y valore los alimentos frescos.

¿Cómo enfrentar a los grandes supermercados y monopolios actuales?

Desde el Estado se requiere apertura para acceder a créditos. Usted tiene acceso a crédito si tiene monocultivo, pero si tiene producción diversificada, no tiene acceso a crédito. Se requiere acceso a tecnología, asistencia técnica, a sistemas de riego, canales de comercialización, visibilizando la agricultura familiar campesina. También es un tema de educar en escuelas, colegios y universidades con materias de alimentos. Es importante entender de dónde vienen y cómo se producen los alimentos. Así la gente puede elegir.

¿Cómo está la agrobiodiversidad en Ecuador y Azuay?

Creo que Cuenca es una zona muy adelantada. Tenemos que reconocer que hay avances de organizaciones. Creo que esta ciudad se encuentra amenazada con temas como el agua. Creemos que este recurso es substancial para la agricultura, como actividad prioritaria, más que otras. Aparte de la conservación de páramos. Reconocemos el trabajo de organizaciones como APA y la Mesa Agroecológica.

30

años cumple la fundación Heifer Ecuador y, para celebrarlo, recibieron la visita de la representante internacional del organismo Surita Snadosham.

2

días están destinados a la visita de Rosa Rodríguez a Cuenca y la provincia. Ayer estuvo en la parroquia Sinincay con los miembros de APA.