Nuestro tránsito

Eduardo Sánchez Sánchez

La Cuenca de hoy tiene unas cualidades que caracteriza a muchos pueblos en el milenio que hemos iniciado. El incremento en el número de vehículos es sustantivamente grande, hoy los carros están en muchas más personas de todos los estratos sociales, tanto en la ciudad cuanto en regiones rurales.

El incremento de las calles y vías es despreciable y más sí lo comparamos con el número vehicular, de tal suerte que es fácil interpretar que está ocurriendo con los trancones, accidentes, mortalidad, bulla y escándalos que nos afectan. Esto incrementa el tiempo de transportación, poluciona más aún el aire citadino, y lo más desagradable… el alto número de accidentes.

El conflicto gestado por el mal uso de las motocicletas, convierte a Cuenca en una urbe más afectada por los miles de motociclistas que no respetan la señalética de tránsito, los semáforos son de papel y para violarlos, el susto que ocasionan en muchos conductores el raudo e inesperado paso junto al espejo de un ruido grotesco de una motocicleta a velocidad prohibida. Así también la luz LED o blanca de las motocicletas y lesionando los ojos de los conductores de vehículos, en tanto no existe vigilancia de autoridad competente. Del ruido de las motocicletas SIN SILENCIADOR que tampoco existe en Cuenca aún, ninguna autoridad competente que ponga orden en este sentido, tal vez la EMOV desconoce este público problema.

La velocidad se ha incrementado en los autos y no existe respeto por las líneas cebra ni por los peatones en esta ciudad donde el importante es el automóvil.

La transportación pública, tiene que ser mejorada y los cuencanos debemos utilizarla con seguridad, higiene, respeto, puntualidad y todo aquello que distancie a los usuarios, urge reducir los trancones que saturan las estrechas calles andaluzas del damero. (O)