Reflexiones

Marco Carrión Calderón

Al fin se terminó la época de elecciones. Espantosa porque tenemos que ver y escuchar, por más que no queramos, la feria de ofrecimientos que todos sabemos son falsos: casas, empleo, posibilidades de estudio, etc. Al fin esos casi 300 partidos y movimientos políticos dejarán vivir en paz a los ecuatorianos que tenemos que soportar el insulto de que nos crean bobos e ignorantes. Por esa gran  cantidad de organizaciones es que ya no hay ideología ni programas. Cada supuesto líder o dueño de aquellas es que se inventa o copia una serie de postulados que, en su ignorancia, le parecen buenos o bonitos, sugestivos para esa enorme masa de votantes que no tiene la más mínima idea de cuán aceptables y posibles resultan en la realidad. Tal dispersión explica buena parte de los resultados.

¿En qué país del mundo hay una tan grande cantidad de partidos y movimientos políticos? Solo en el Ecuador. Es que nuestros legisladores y gobernantes han hecho las leyes para que exista tal confusión como para que ellos puedan hacer la “regalada gana”. Centenares de candidatos para todo, cada uno ofreciendo lo que es y lo que no es, hasta lo que no cae dentro de las competencias del cargo al cual aspiran. No les importa; el asunto es tener de qué hablar y convencer a esa multitud de ciudadanos que ni entienden ni saben de lo que se trata la elección a la que son arrastrados por un “voto obligatorio”.

¿Habrá un lugar de la tierra en que haya candidatos para cargos de representación popular y para administraciones seccionales que lleven grillete electrónico por ser presuntos delincuentes o ladrones verdaderos? ¿En algún lugar se podrá ver que quienes hayan sido destituidos de un cargo quieran volver a ocuparlo? Claro que sí ¡En Ecuador! Pero lo espantoso es que hay mucha gente que vota por ellos y que la justicia haya sido incapaz de declararlos no idóneos para participar en elecciones como candidatos. Y hablo de aquella justicia de nuestro país que en tiempos brevísimos declara la libertad e inocencia de criminales, ladrones y narcotraficantes, sin que haya poder humano que sea capaz de evitar que eso suceda en vista y presencia del mundo entero, para vergüenza nuestra. (O)