¿Y el país?

José Chalco Salgado josechalcosalgado@gmail.com

            Ni lo uno, ni lo otro. Ni el colapso, ni la revancha. Ni la amargura, ni el exagerado optimismo. Pero tampoco la impavidez ante un Ecuador que corre inmensos riesgos mediatos.

            El desarrollo o progreso del Estado y su gente, sin que exista una convivencia mínimamente pacífica, puede traer consigo caos, desequilibrio, amenaza y estallido social. No puede existir un fortalecimiento sin integrar a él a todos los actores del tejido social. La atención debe ser a cada espacio y con todas las preocupaciones y necesidades. Se trata de pensar en colectivo, no en residual.

            En analogía a lo que quiero decir. Si pensamos en la Revolución Industrial y la transformación que ésta trajo, se mira que los propietarios de fábricas acumularon fortunas, pero la población más pobre pudo mejorar su estilo de vida, de trabajo, de satisfacción de necesidades y capacidad adquisitiva, por la masiva producción que permitió abaratar costos, dar trabajo y especializarse en todo tipo de consumidor. García Hamilton en su libro: ¿Por qué crecen los países?, señalaría que el crecimiento implica cambio y que éste se da en libertad e ingeniería de todos los órdenes sociales.

            El Ecuador no puede crecer en la desorientación y ausencia de compromiso. No cabe la confrontación post electoral que genere un Gobierno a la sombra, ni una oposición en la otra orilla. Natural es la diversidad de ideas y visiones. Anormal es el permanente conceso. Pero también es amorfo el conflicto a sabiendas que no lleva a ningún beneficio colectivo. Si se quiere, al ser la democracia el gobierno del pueblo para que éste pueda tomar decisiones económicas y políticas; se requiere entonces, al menos una cercanía de condiciones económicas y sociales entre ecuatorianos. O sea, se necesita de actos y paz. De todos los bandos. Sin egoísmos ni vanidades. Facilito no es.

Pero si interesa el país, debe entonces primar la estabilidad y la paz. Lo social. Yo diría: lo humano. Además, la vigencia de la República con sus atesorados elementos y, la vida del debilitado sistema democrático. Si interesa el país, no todo es el Gobierno y la larga lista de políticos; mucho más es, la ilusión, el esfuerzo y el trabajo de cada ecuatoriano que se levanta y sigue. (O)