Lecciones de las elecciones

Gonzalo Clavijo Campos

¿Qué se va a servir el caballero? Pregunta el mesero Guillermo a Lasso a Rafael Correa, único cliente del restaurante gubernamental. La respuesta es “Las Alcaldías” de entrada, “las Prefecturas” de segundo. ¿Y de postre? Estoy entre el “dulce caudillo” y el “flan amnésico”, acota. Rafa, el ingenioso articulista gráfico de Diario El Mercurio de Cuenca, con su caricatura del pasado martes 7 de febrero, simplifica e ilustra los largos y aburridos análisis que hacen los politólogos a los resultados inesperados en las últimas elecciones seccionales.

Y no exagera Rafa; el gobierno en funciones no mejora nada la economía de los ecuatorianos, el desempleo se incrementa, la obra pública está paralizada, no hay atención social, la inseguridad se desborda en las calles, corrupción de altos funcionarios cercanos al Presidente manejando recursos estratégicos, constituyéndose en el mejor aliado de los candidatos de la Lista 5 como antes ya ocurrió en el mal gobierno de Lenin Moreno.

Pero no han sido tan solo los dos presidentes los que incidieron en los resultados de las elecciones seccionales; Quito tuvo una gran recesión en estos últimos cuatro años con el polémico Jorge Yunda, seguido de Santiago Guarderas. Cynthia ​​Viteri perdió la cordura a los pocos días de ser electa como alcaldesa de Guayaquil y la tan necesaria obra municipal se detuvo, con recursos públicos que no fueron manejados con pulcritud. Susana González ni soñó ser la prefecta del Guayas, desconoce hasta su jurisdicción territorial, por ello, el electorado habló con claridad en las urnas porque ya no come cuentos ni engaños ¡Adiós lista 6!

En el Azuay, apenas 4 de los 15 alcaldes fueron reelectos a pesar de contar con recursos y maquinaria política. El burgomaestre Pedro Palacios pierde el referéndum a su mandato de primera autoridad local, alcanzando una votación del 17,5%, es decir el 82,5% no estuvo de acuerdo con la reelección y decidió apoyar a los otros postulantes o votar nulo-blanco en un 17,1%.  Las razones eran evidentes; tres años sin obras ni proyectos de envergadura, falta de liderazgo para conducir y  defender el cantón, lo cual no se pudo revertir en un cuarto año de buenas ejecutorias y obras importantes. (O)