Los ilustradores (4)

Jorge Dávila Vázquez // RINCÓN DE CULTURA

Capítulo aparte, en este recuento de ilustradores, merecen los artistas que crearon las portadas de los libros.

Manuel Palacio hizo la de la primera edición de MARÍA JOAQUINA EN LA VIDA Y EN LA MUERTE. Era joven y se nota la impresión que le causó la novela; parece querer ponerla íntegra en su dibujo hecho con un sentido estético, sí, pero sobre todo con amistad y afecto,

La segunda edición de la novela lleva un desnudo de Renoir, en la versión de Joaquín Pinto, y está tomado del archivo del Museo Jacinto Jijón de la PUCE.

Ediciones posteriores -las de Libresa, en la colección Antares- mostraron la gran calidad de dibujante de Jaime Calderón. La inicial se engalanaba con un bello desnudo femenino, de cuerpo entero, las siguientes lo exhiben parcialmente, y la más reciente, solo desde la media espalda.

ESTE MUNDO ES EL CAMINO, en su primera salida exhibió una de esas copias que le gustaban al gran Joaquín Pinto; luego, un dibujo que me obsequió una amiga artista que estaba de paso.

ENTRAÑABLES e HISTORIAS PARA VOLAR, se embellecieron con hermosas obras de Julio Montesinos, desde la primera edición. Las “Historias”, lo exhibieron en varias reediciones. El otro libro fue eliminado del catálogo muy pronto, por intereses mezquinos de alguien que no respetó el empeño de Francisco Delgado, que eligió las obras para su publicación.

Las últimas ediciones y reediciones de “Historias” mostraron el gran talento de un ilustrador profesional, Guido Chávez, que desplegó sus capacidades no solo en la tapa del volumen sino en su precioso interior, enriquecido por su creatividad en láminas grandes y, de forma digna de ser destacada, en los pequeños dibujos que acompañan a cada cuento.

Las publicaciones de Edinun muestran la gran creatividad de varios artistas, del mismo Chávez en DICCIONARIO INOCENTE y LA DIMINUTA VOZ, en portada, y a lo largo de todos los textos; de la magnífica y sensible Eulalia Cornejo, en SOÑADORA, ELENA, SOÑADORA, tanto en la cubierta como en algunos momentos de la novela; del talentoso Marco Chamorro, que despliega sus capacidades y sentido del misterio en EL SUEÑO Y LA LLUVIA; del jovencísimo Javier Carchipulla, que se muestra seducido por la narración de ÁRBOLES PARA SOÑAR; y de la capacidad para percibir lo extraño de Tito Martínez, en DANZA DE FANTASMAS. (O)