Somos miopes incurables

David G. Samaniego Torres

La vida: ¿es en realidad una maestra? Alguien me dice que ´la vida es una gran maestra que cotidianamente enseña y más aún en los momentos más difíciles´.  De ser así, algo por demás grave nos sucede a los ecuatorianos.  No sé si nuestra maestra sea de UNE o de algún centro particular. Lo que importa es que dicha maestra, para mi opinión, pierde de año. Hablo de maestro a maestra, algo sé del oficio.

Lo que sucede, así quiero entender, es que una maestra no obra milagros ni tampoco impone comportamientos, la maestra expone, enseña, insinúa, trata de convencer, vela por el cumplimiento de lo planificado, pero si el receptor del mensaje nada desea o se cierra a la banda, como suele decirse, nada hay que hacer. Esto pasa en Ecuador con la ´maestra de la vida´, no tiene discípulos receptores de mensajes sino a personajes díscolos, reacios a toda enseñanza, contrarios a examinar procedimientos, es decir arbitrarios, ajenos a todo proceso de mejoramiento de acontecimientos nacionales.

Permítanme un somero análisis, desde mi atalaya. No hay secretos indescifrables, tampoco enigmas. Un rápido diagnóstico me dice que los ecuatorianos respiramos aires de irresponsabilidad, que por nuestras venas corre sangre cargada de egoísmos, que nuestra vista es miope de nacimiento y no puede divisar horizontes, que nuestro corazón ama sin comprometerse, mientras la inteligencia se resiste a pensar, peor a repensar, tampoco toleramos ser los propios jueces. De esta suerte hemos llegado a vivir en un estado de alegre inconciencia, de un quemeimportismo contagioso, de una miopía suicida, de una tranquilidad repleta de falacias. Esto somos. Pasan los sustos y no se examinan sus causas, en consecuencia, tampoco se corrigen yerros notorios. De tumbo en tumbo descendemos no sin señalar culpables que siempre serán otros.  Es aquí donde fracasa con nosotros, reiteradamente, la gran maestra de la vida. El cinco de febrero queda ya atrás. El resultado de las votaciones habla de irresponsabilidad. Nos hemos entregado nuevamente a la indolencia. Nuestra miopía nos ha convertido en contumaces enemigos de la democracia. ¿Desde cuándo Ecuador perdió su dignidad y con ella su memoria?

Un colofón necesario. Al igual que las buenas costumbres crean hábitos buenos y saludables, los malos procederes son una escuela eficiente para el crecimiento de actitudes similares. ¿Es posible una marcha en reversa?  En teoría, claro que sí, pero ¿cómo y cuándo? (O)