Víctimas de extorsionadores

Vivir en constante zozobra, soportar una especie de “muerte psicológica”, deseos por cambiarse de casa, por dejar los negocios, deben ser los efectos del delito de la extorsión, más conocido como “vacunas”.

Es una vieja y condenable práctica tan común en otros países. Desde hace algún tiempo ha recalado en Ecuador, primero en la Costa, luego en la Sierra y, para el colmo, en la otrora apacible Cuenca.

Un delito “administrado” desde las cárceles, según lo ha dicho la Policía Nacional. Pero también ejercido por otras bandas delictivas cuyo accionar se fundamenta con una apacible llamada telefónica a sus víctimas, exigiéndolas cuantiosas sumas de dinero a cambio de no atentar contra sus locales comerciales y familiares” cuyos movimientos los saben de memoria.

Ya son varias las personas fallecidas por negarse a ser extorsionadas. Otras habrán cedido al chantaje. Es el reflejo la inseguridad en el Ecuador.

En Cuenca ya son varias las denuncias ciudadanas al ser víctimas de las “vacunas”. Entre ellas las de los comerciantes del Centro Histórico.

Ahora son los vecinos del barrio El Tejar. Con una marcha hacia la Gobernación del Azuay exigen mayor control policial.

Se han organizado, según dicen, para combatir a las agrupaciones delictivas, sin descartar “hacer justicia por mano propia”.

Testimonios de varios comerciantes dan cuenta del amedrentamiento y de las cantidades de dinero exigidas, si bien los delincuentes aún no las han concretado. Pero nadie sabe cuándo ni cómo lo harían. De allí la incertidumbre.

A lo largo de calle de El Tejar, en los últimos años han surgido comercios de toda índole, restaurantes, mecánicas, farmacias, panaderías, entre otros.

Sus propietarios habrán invertido sus ahorros, sobre todo endeudarse con bancos y cooperativas.

Un trabajo honesto, de pronto tornarse en calvario como consecuencia de los extorsionadores. Inconcebible. Sus reclamos no deben ser desoídos por las autoridades.