Los Ilustradores (6, final)

Jorge Dávila Vázquez // RINCÓN DE CULTURA

Durante los años que laboré en el Banco Central, jamás publiqué, por cuenta de la Institución, un libro mío. Todo cuanto vio la luz fue parte de la programación cultural de la entidad. Colaboré en sus revistas, y libros colectivos, en general, bellamente ilustrados; preparé catálogos de exposiciones, y otros materiales afines, pero nada individual. Fueron muchas cosas, pero solo me referiré a unas pocas.

Cuando se decidió realizar un libro de fotografía del paisaje comarcano, AZUAY EL TERRUÑO, (1993), con fotos de Galo Carrión (+), me ocupé de buscar los textos poéticos cuencanos más apropiados, que combinaran imagen y visión de la naturaleza. ¡Estupendo resultado!

Para la preciosa exposición de cuadros costumbristas de Ernest Charton (1998), casi todos del Banco -el mayor mecenas que haya conocido la historia del Ecuador, además de la Iglesia-, escribí UN PINTOR CORÓGRAFO, que se inicia con una explicación del término, como una aplicación especial de los artistas a fijarse en los detalles de lo popular, una especie de costumbrismo temprano.  Todo, hermosamente ilustrado con obras del gran francés.

En 2004, escribí un pequeño cuento, entre didáctico y fantástico, EL PARQUE MÁGICO DE PUMAPUNGO, que, de algún modo, remarcaba, para los jóvenes visitantes, la importancia del sitio arqueológico. Las ilustraciones de Esteban Torres lo convirtieron en una pequeña joya.

Volviendo a mi obra más personal, y para cerrar esta serie, me referiré a los tres libros que en 2017 publicó Editorial ¨Don Bosco: MINIMALIA, con creaciones de Gary Vera, una colección de dibujos que encantan a los jóvenes lectores; ENTRAÑABLES, soberbiamente ilustrado por Tito Martínez y LA OVEJA DISTINTA, en el que Marco Antonio Ospina derrochó su talento.

En 2019, Salazar Editores dio a la estampa dos de mis volúmenes: POEMAS COTIDIANOS, maravillosamente iluminado por la creatividad inagotable de Darwin Parra, y la colección de cuentos ENTRE DOS MUNDOS, con creaciones de Xavier Imperator, que en LA DIFUNTA muerte alcanza el grado expresivo más aterrador y brillante.

No he agotado toda la producción de artistas que encontraron en mi trabajo literario una fuente de inspiración gráfica, pero a quienes he mencionado, y a los que involuntariamente omití, así como a mis editores, mi profunda y perenne gratitud. (O)