En busca del Pailón…

David G. Samaniego T.

Se dicen tantas cosas, se oyen unas pocas. Nuestro cerebro posee una criba: selecciona aquello que debe ingresar y reposar en la mente. Con esta premisa, les cuento que he pasado unos días en Cuenca. Con mi compañera de ruta regresamos a esta ciudad a los dos años. La pandemia nos impidió participar de los bulliciosos carnavales familiares, pero … la deuda está saldada.

Rosita, mi hermana mayor, y con ella Alicita, Marianita, Teresita y Fausto, mis hermanos, estuvieron con nosotros mientras la juventud hacía lo suyo: jugar desaforadamente al carnaval, como despidiéndose de este mundo. Rosita nos contó muy alegre, que hace poco estuvo en el Pailón, que es un hermoso lugar, que debemos visitarlo. El relato se convirtió en una insinuación, en una necesidad de volver a los chaquiñanes, lomas y laderas de mi infancia. Cuando las necesidades se juntan se convierten en urgencias. Hicimos nuestro el pedido de mi hermana Rosita. Les cuento entonces, ya de cuño propio, algo al respecto.

De Sígsig al Pailón hay ocho kilómetros de distancia. La carretera está asfaltada. Llegamos a la loma de Nari y en vez de subir a Gutún bajamos hacia las históricas ruinas de Chobshi. A mitad de la bajada tomamos un corto desvío a la izquierda y estuvimos ya en el Pailón: un amigable espacio diseñado acertadamente como un restaurant típico a más de proyectarse como una hostería que promete ser acogedora, propicia para el reposo y para hurgar en los pliegues y repliegues de la historia. El diseño del Pailón enclava su arquitectura en la zona: la madera y la teja se acoplan a las montañas y laderas del sector. En mi niñez recorría con mis primos, a pie, este sector. El Pailón estaba a medio camino. Casi todos los fines de semana los pasábamos en el Guabo, en la casa de mis abuelos.

 El Pailón llena una necesidad del sector porque se convierte en un espacio amplio para vivir un presente con alegría y comodidad. Además, este lugar es un paso inteligente que se presta para dar vida al complejo histórico de Chobshi y para entretenerse con las huellas frescas de un pasado reciente y también con aquellas que forjaron nuestras raíces. Es de vital importancia que estos avances turísticos, muy necesarios, conserven el medio ambiente sin lastimarlo tratando de que se acoplen a la armonía del paisaje.  (O)