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Santiago León

Amigos, a dos meses y un par de semanas más estaremos con nuevas autoridades. Alcaldes, prefectos y concejales alistan las comisiones para que la transición se la haga de manera ordenada. Pero a falta de poco tiempo para que los políticos terminen sus funciones, han pisado a fondo el acelerador para contratar lo que se les cruce por la vista.

Algunas empresas públicas han contratado servicios por doquier. Organización de conferencias, charlas, lanzamientos, talleres, publicidad; en fin, un montón de contratos a última hora. Ni se digan las obras. Las vías nuevamente han sido cerradas para darles mantenimiento. Bueno, siquiera por ese pretexto las han dejado al pelo.

Ni hablar de los nombramientos. Se han lanzado concursos para dejar a los panas con un puesto de trabajo seguro. Usted sabe. Una nueva administración llega con todo su contingente humano, pero los puestos ya están ocupados. Como resultado, las nóminas quedan hinchadas y el gasto corriente se pone cuesta arriba.

Nos preguntamos. ¿Es necesario contratar más servicios a pocos días de dejar los cargos? Definitivamente no, pero ya sabe cómo es la cosa en esas esferas. Estas acciones hunden aún más a los derrotados, que se regresan a la casa con el rabo entre las piernas. Su vida volverá a la normalidad. Ya no habrá servicio de transporte de puerta a puerta. Pero siempre hay unos camaleónicos políticos que asoman en otros cargos públicos. ¡No se sorprenderá!

Hay que ser claros. Un alcalde no puede controlar las acciones de todos sus funcionarios. Pero mantenerlos o reubicarlos en otros espacios, tras descubrirse los actos de corrupción, los vuelve cómplices.  Esperemos que las nuevas autoridades abran los ojos. Que no pongan a personas que se inquietan con el dinero del pueblo. Ojalá que combatan la corrupción desde el primer día, como lo decían en campaña. (O)