Un país acosado

Varias informaciones difundidas en estos días no contribuyen para el buen ánimo de los ecuatorianos. Al contrario, demuestran cuan vigentes están la intolerancia, la esquizofrenia política, una Justicia cada vez más torcida, la incontrolable violencia y la amenaza de un paro orquestado por quienes viven para eso y acaso de eso.

A pocos días de la celebración del Día Internacional de la Mujer, una juez de Montecristi concede medidas cautelares y dispone la liberación de dos femicidas, detenidos, con sentencia ya ejecutoriada, en la cárcel de Azogues.

Los dos asesinos cometieron sus crímenes en Cuenca; ahora quedarán libres por considerárseles enfermos mentales, un argumento esgrimido por sus abogados defensores, pero nunca aceptado por el Tribunal de última instancia.

Increíble pero cierto. Así está la Justicia en el Ecuador, plagada de jueces timoratos, sobornables, politizados e ignorantes en el Derecho. Hay excepciones.

El país no duerme tranquilo ante la amenaza del paro cuyas primeras “escaramuzas” comenzarán, precisamente, el 8 de marzo. En las marchas, según se prevé, habrá una mescolanza de organizaciones feministas, de la Conaie y sus afines, hasta de las centrales sindicales. ¿Se trata de una singular coincidencia o de aprovecharse de la fecha?

El país está alborotado ante la posibilidad del juicio político al presidente Guillermo Lasso. Los asambleístas lo deciden hoy. Por las coyunturas políticas, lo aprobarán.

Empero, será responsabilidad de la Corte Constitucional dar o no paso al enjuiciamiento, analizando, en Derecho, las motivaciones debidamente expuestas por los detractores del presidente, más allá del manifiesto interés   por la desestabilización.

Así, el país no encuentra salidas viables, democráticas, consensos, peor soluciones para sus múltiples problemas, como la inseguridad, la falta de empleo, a los del IESS, entre otros apremios cuyos coletazos golpean a todos por igual.

¿Quo vadis Ecuador?