La república del tema

Jorge L. Durán F.

En este Ecuador donde el corrupto se viste de ángel y reclama el cielo; en este “Ecuador del alma” y de políticos que nada hablan si no los dan por escrito; en este Ecuador donde hasta los diablos dejan el infierno para gozar de la intolerancia surgida por una muestra de arte y hasta buscan llevarse tanto a quienes aplauden al autor como a quienes la tildan de sacrílega y reclaman reparaciones piadosas rezando el rosario “café, almuerzo y merienda”, todos tienen la palabra tema en la punta de la lengua para convertir cualquier cosa en tema.

Debe ser la palabra más pronunciada (mal usada) a diario en aquel paisito con salida al mar, donde las denuncias de fraude electoral sirven para usarlas como servilletas, donde todos quieren construir sus Torres de Babel arranchándose las piedras.

Tema es todo: desde la oscuridad, hasta el horizonte, pasando por las lluvias, las inundaciones, el puente destruido, el peroné roto del presidente, las selfies del estrambótico titular de la Judicatura y las sonrisas de sus nuevos 24 “ad hoc”, el popó del perro, la humita quemada, el llanto de Shaquira y la fallida contratación del “Tigre” Gareca para la Tricolor.

La pronuncian los pastores, los opinólogos y todos quienes gustan ser señalados con toda clase de sufijos para beneficio de su vanidad, ni se diga los entrevistadores de radio y TV, más todavía los faranduleros, aun los más “serios”, es decir aquellos que por buscar un tema, todo lo convierten en tema y hasta en ejes temáticos.

Tema por aquí, tema por allá. No han de creerlo; pero en una “entrevista” radial conté 92 veces pronunciar esa palabra, tanto que hasta el entrevistado convirtió en tema su despedida del espacio.

Si no lo han advertido escuchen los noticiarios, ni se diga esos espacios dedicados a la frivolidad, a comentar el gol fallido, tantas veces hasta darlo por válido; lean los periódicos, si bien mucho es pedirlo, ahora que no hacerlo también es tema, como también es tema la excarcelación de femicidas, incluso la diabetes, el hígado graso, el colesterol alto, las bravuconadas de “ciertos asambleístos y ciertas asambleístas”; igual el pedicure y el manicure, ni se diga los aguajes, los chismes en plazas y mercados, los apretujones en los buses, los mal vestidos que asoman en las columnas de “sociales”, y hasta las bebidas que se consumen en cantinas, en los Golf Tenis, en las oficinas de nuestros politicastros y hasta el duelo en los entierros.

Hasta el próximo “tema”.