Aires de cambio en el fútbol femenino mundial

Australia y Nueva Zelanda se preparan para albergar, este año 2023, un Mundial de fútbol femenino que a falta de meses para su arranque se ha convertido, en cierta manera, en la chispa que ha encendido el espíritu reivindicativo de jugadoras de diversos países.

Nadie puede frenar el potencial y la relevancia que el balompié femenino está experimentando en los últimos tiempos y es precisamente por eso que ninguna selección quiere quedarse en el vagón de cola del tren, pidiendo las integrantes de muchas de ellas que sus federaciones no las dejen de lado.

Una de los primeros movimientos críticos de calado en épocas recientes se vivió en España después de la pasada Eurocopa, en la que el equipo nacional cayó en cuartos de final pese a ser uno de los favoritos al título. Meses después, un total de quince jugadoras solicitaron no ser llamadas a filas al entender que no se las escuchaba en una serie de peticiones que para ellas eran claves en el objetivo de pelear por metas ambiciosas.

Ninguna ha vuelto a ser convocada por el seleccionador Jorge Vilda, quien tiene el apoyo de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Si bien no se descarta que antes del arranque del Mundial haya un acercamiento entre las dos posturas, la realidad es que el combinado español avanza en su preparación con un plantel renovado mientras la cuenta atrás sigue su curso.

Sin salir de Europa; en Francia la selección ha vivido un auténtico cisma, que se ha saldado con la salida el pasado jueves de la seleccionadora Corinne Diacre, después de que la capitana, Wendie Renard, y dos destacadas jugadoras, Marie-Antoinette Katoto y Kadidiatou Diani, anunciaran el 24 de febrero que ponían en suspenso su carrera internacional.

Las tres, con la emblemática Renard en primer lugar, manifestaron su descontento con Diacre, cada vez más cuestionada por sus métodos de trabajo y por su autoritarismo, que le llevaron a apartar sucesivamente desde que llegó al cargo (el 30 de agosto de 2017) a varias jugadoras importantes descontentas.

Además, dos fieles miembros de su equipo técnico (el preparador físico y el de porteros) también dejaron la selección, descontentos de que Diacre no escuchase sus opiniones y recomendaciones.

Hasta ahora, Diacre tenía el apoyo firme del presidente de la Federación, Noël Le Graët, pero éste dimitió el 28 de febrero entre acusaciones de acoso sexual y tras varias sonadas polémicas sobre su gestión. Cuatro miembros del Comité Ejecutivo de la Federación Francesa evaluaron la situación y se decidió prescindir de Diacre de cara al Mundial, donde Francia debuta el 23 de julio.

Al otro lado del Atlántico, las integrantes de la selección femenina de fútbol de Canadá llevan años reclamando a la federación del país, Canada Soccer, que se igualen sus condiciones, tanto económicas como deportivas, con las de sus compañeros de la selección masculina. El conflicto se agravó en febrero, cuando se declararon en huelga y se negaron a participar en la Copa SheBelieves que se disputaba en Estados Unidos.

Las internacionales querían que, de cara al Mundial, el ente federativo ofreciese al equipo la misma preparación que la que prestó a la selección masculina para el Mundial de Qatar. Finalmente las jugadoras tuvieron que disputar la Copa SheBelieves ante las amenazas de la federación, pero el conflicto laboral ya se había convertido en un tema político en Canadá.

El 28 de febrero, el entonces presidente de Canada Soccer, Nick Bontis, dimitió ante las presiones de las federaciones provinciales por el conflicto con los jugadores de la dos selecciones absolutas. Bontis ha sido sustituido por la medallista olímpica Charmaine Crooks, que nada más tomar el cargo el 1 de marzo se comprometió a conseguir un “progreso real” para los jugadores de las selecciones femenina y masculina.

 En este sentido la federación ha propuesto que los jugadores de ambas selecciones reciban los mismos honorarios por partido y compartan a partes iguales los premios monetarios ganados en competiciones. Según Canada Soccer, con este acuerdo, la selección femenina se convertirá en el segundo equipo mejor pagado de la FIFA.

El movimiento ha llegado también a Sudamérica. En Perú las jugadoras de la selección de fútbol alzaron la voz en el mes de febrero para cuestionar públicamente la gestión de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) y denunciar la falta de apoyo, tras más de dos meses sin seleccionador y sin jugar amistosos desde noviembre.

Así, la guardameta de la selección blanquirroja, Mia Shalit criticó en sus redes sociales los pocos recursos destinados por parte de la FPF al fútbol femenino: «Nos dicen que las cosas han mejorado, que se nos da lo mismo que el lado masculino. Pero, es claro que la Sub-17 y Sub-20 masculino reciben más que todo el programa femenino junto. Más microciclos, más partidos de práctica de calibre, y cada grupo con equipo técnico individual. ¿Y las chicas?».

La delantera Alexandra Kimball y la defensa central Katarina Comesaña, entre otras jugadoras, se sumaron a las criticas contra la federación que lastran el desarrollo del deporte rey entre las peruanas.

«Día a día nuestras rivales trabajan en fortalecer y construir la unión de sus vestuarios. Es triste ver lo lejos que está Perú de esos equipos. Esperaba más de nuestra federación para este 2023», lamentó Kimball en su cuenta de Instagram.

Ante las denuncias públicas de las jugadoras, fuentes de la FPF señalaron a EFE que próximamente nombrarán un nuevo cuerpo técnico y próximos amistosos para el mes de abril.

En Chile el primero de abril de 2022, apenas tres semanas después de su llegada a La Moneda, el presidente, Gabriel Boric promulgó una ley para cambiar la fisonomía y la precariedad en el fútbol femenino que obliga a la profesionalización de las jugadoras en un plazo máximo de tres años, para hacerlo gradualmente, con la condición de que en el primero el 50% del plantel cobre por el trabajo de jugar al fútbol y en el segundo lo haga el 75%.

Las pocas afortunadas que lo hacen, no pueden vivir aún tampoco del deporte de élite: la mayoría de ellas solo reciben el salario mínimo nacional, establecido en unos 400.000 pesos (unos 480 dólares) y deben compatibilizar los entrenamientos, los desplazamientos y los partidos con otros oficios.

En la actualidad, casi un año después las suspicacias y las diversas interpretaciones entre la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), la dirección de Trabajo y las jugadoras mantienen en el aire la celebración del campeonato, que debería haber empezado el primer fin de semana de marzo.

Según dijeron a EFE fuentes cercanas la ANFP, el temor es que se han detectado fallos que no se ajustan a la ley laboral chilena, lo que abre la posibilidad de que se presenten denuncias durante la transición por parte de aquellas jugadoras que no tienen contrato pero si pueden demostrar un vínculo regular con el club.

Las futbolistas, por su parte, lo entienden como una maniobra para retrasar más la profesionalización y por ello están cada vez más molestas. En este contexto, los equipos entrenan en una «pretemporada eterna» sin que hasta la fecha se sepa cuando comenzará el campeonato.

«Y aquí estamos, un año más, esperando a los mismos de siempre. El campeonato no tiene para cuando empezar, el último partido fue hace más de 3 meses, y no hay fixture, no hay planificación. Después de tres meses», denunció días atrás, a través de sus redes sociales, la internacional chilena Daniela Pardo.

«Queremos clasificar a Mundiales, Juegos Olímpicos, ganar Copa Libertadores, exportar más jugadoras al extranjero, pero todos los años hay que estar publicando cosas, exigiendo que por favor salgan las bases, las fechas de partidos», señaló la jugadora de Santiago Morning, para quien todo es «una falta de respeto demasiado grande».

Pese a todo es el país de origen de una de las estrellas mundiales del fútbol femenino, Tiane Endler, guardameta del Olympique de Lyon, ganadora de la Champions, galardonada con el premio «The Best «de la FIFA en 2022 y finalista este año, la selección nacional está en franco declive.

Ni ella ni sus compañeras estarán en Australia y Nueva Zelanda después de que semanas atrás la selección fuese vapuleada por Haití y apartada de la cita en el partido de repechaje, al que llegó tras ser superada por grandes selecciones del continente americano, donde el fútbol femenino está más avanzado y concita más interés en las gradas, casi siempre semi vacías de la liga nacional.

El desencanto fue tan grande que el seleccionador, José Letelier, hubo de dimitir y Endler amenazó con abandonar la selección si no se introducían cambios estructurales para atajar una crisis económica y deportiva que, no obstante, es transversal a todo el fútbol chileno, masculino y femenino.

Además, en Colombia la sombra alargada de las denuncias de acoso laboral siguen pesando en el país andino. Uno de los casos más sonados sucedió cuando a principios de 2019 las ya exfutbolistas Melissa Ortiz e Isabella Echeverri se pronunciaran públicamente al respecto.

Esta última afirmó entonces que en algún momento el ex entrenador de Colombia Felipe Taborda tenía una convocatoria paralela en la selección y que las futbolistas estaban obligadas a consignar en la cuenta personal del técnico los costos de hospedaje y alimentación cada vez que eran llamadas.

Justamente Echeverri, que anunció su retirada en las últimas semanas, reconoció el 25 de febrero en Twitter que fue vetada por el actual seleccionador, Nelson Abadía, quien aseguró que la defensora no volvió a ser llamada al equipo nacional por un proceso de renovación.

«Creo que es la primera vez que dice mi nombre desde hace 2 años y siento que solo es porque ya no me puede convocar. Espero que se pronuncie así de las demás jugadoras que se han ganado por lo menos, una oportunidad en la selección», dijo Echeverri, que pasó por el Sevilla y el Monterrey.

Igualmente en junio de 2020 Didier Luna, ex técnico de la selección femenina sub’17 de Colombia, fue condenado por el Juzgado 15 del Circuito de Bogotá a pagar una pena de 28 meses, sin carácter privativo de la libertad, por el delito de injuria en un caso de acoso sexual denunciado por la fisioterapeuta Carolina Rozo.

La fisioterapeuta y varias jugadoras de la selección absoluta de fútbol y una de la sub’17, denunciaron acoso laboral y sexual dentro del conjunto cafetero, en hechos ocurridos en 2018. EFE