A la chica del pañuelo

Ma. Isabel Cordero

Quiero decirte gracias, por el trabajo, la constancia, la energía, por tomar la posta, poner el cuerpo y las ganas en una lucha que parece no tener fin. Pelear por un mundo más igualitario y justo para las mujeres requiere de tanto y tantas de nosotras.

También decirte que yo estuve en tu lugar, que admiro tu lucha más de lo que admiré o reconocí la mía; tu empoderamiento y rebeldía no están tapizado por la incomodidad de reconocerse feminista en esta ciudad. En mis días, que no son tantos, decirse públicamente feminista era casi un acto terrorista, imagina cómo era hace 50 o 100 años.

Me encanta encontrarnos en los espacios comunes, reconocer en ti a mis compañeras sororas y alegres; verte como mi hermana, sobrina o hija, como mi compinche, mi madre o mi abuela. La lucha feminista tiene una larga historia que reconocer, contar y reivindicar; es un camino que se siente recorrido en reversa, demanda no olvidar el pasado y exigir cero retrocesos.

Y si algún día te cansas no te sientas mal, oríllate y toma aliento. Ahora sé que vienen miles más con el pañuelo y que hay la posibilidad de ceder el paso. Ya te sumarás luego y sentirás el abrazo, porque contra el machismo, el colectivo feminista nunca se cansa. (O)

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