Insignia a un insigne letrado

Edgar Pesántez Torres

Fue mi profesor en la etapa gloriosa de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad del Azuay, cuando a más de él  tuvimos catedráticos de fuste -tres académicos de la Lengua hasta hoy- en la Especialidad de Lengua y Literatura, que por entonces la dirigía como decano el Dr. Marco Tello Espinoza y como rector el Dr. Mario Jaramillo Paredes, recientemente fallecido y sentido por la Academia y la ciudadanía, que lo recordarán por su méritos en favor de la educación y la cultura.

Con el desconsuelo por este deceso, quiero esbozar algunas frases sobre el recientemente galardonado con la insignia Santa Ana de los Ríos de Cuenca, doctor Oswaldo Encalada Vásquez, uno de los colaboradores ilustres de la época del extinto rector de la UDA. No más acertado la nominación a este ciudadano cultor de nuestra principal identidad nacional: la lengua materna y su literatura.

A Oswaldo lo había conocido como estudiante en el colegio Normal Manuel J. Calle y más tarde como profesor en sus cátedras de Elementos de Lingüística Romance, Gramática Histórica, Historia de lengua. Este dómine se convirtió en una verdadera pesadilla, pues era exigente hasta no más, de una puntualidad jamás experimentado, sabía demasiado de las materias que impartía. Su pedagogía tenía algo de militarismo y en ocasiones sus exámenes rozaban la crueldad. Si alguien encarnaba la vieja conseja de “la letra con sangre entra”, ese era él.

Siempre le veía leyendo obras que él hablaba, se había convertido en obsesionado en la lectura y la investigación. Jamás aceptaba una invitación social ni a ningún acto que interrumpiera su horario de lectura e investigación, de lo cual dará cuenta su comprensiva esposa. Más tarde le seguí leyendo algunos de sus ficciones que ahora están recopilados en “Cuentos reunidos”, pero sobre todo me gustaban sus obras sobre semiótica y lingüística.

Es que acometer el estudio del lenguaje equivale abordar un componente esencialmente humando y descifrar su conducta histórica. Los hombres hablan por naturaleza y por necesidad: se comunican entre sí a través del lenguaje verbal y no verbal, dando significado a todos sus actos y autodefiniéndose como humanos. Por esto, siempre he tenido interés sobre la sociolingüística y la semiótica, de la que Oswaldo es un paradigma. En mi cabecera sus libros Naturaleza, lengua y cultura, Cultura y superstición en Ecuador, Mitología ecuatoriana, entre otros.  

¡Parabienes distinguido académico y amigo, Oswaldo!  (O)