La Paz y el delito  

Hugo Darquea López

Son palabras antitéticas. La Paz significa armonía, salud del alma y del cuerpo, trabajo, justicia, libertad, educación y en especial la responsabilidad en todo lo que hagamos. El delito implica la destrucción de los valores sustanciales de la cultura, es en sí mismo la violencia dolosa y culposa no solamente cuando se empuña el arma homicida en sus múltiples formas sino desde su raíz cuando se ofende la dignidad de los otros y de la sociedad misma.

Debemos estar conscientes de que, así como existe la cultura de la paz, existe la anticultura del delito.

 En estos días y años, realmente decenios de irresponsable ejecución  del absurdo garantismo delincuencial, la desproporcionada acumulación de la riqueza en pocos sectores, la distorsión de las normas de relación social, de la misma ley, por los actores inescrupulosos de las tramitaciones judiciales, con la vergonzante actitud de jueces que dan paso al abuso del derecho,  ponen en evidencia la ineficacia del sistema y la descomunal escalada delincuencial, al punto de sentir en cada minuto de todos los días que el asesinato, el robo, el fraude y más delitos cunden impunemente la comunidad y más grave aun cuando el delito organizado, internacionalmente, con el tráfico de drogas, el lavado de activos, la trata de personas, el sicariato, el comercio ilícito de armas y de múltiples instrumentos que destruyen el básico principio de la confianza ciudadana.

Se debe tener en cuenta la peligrosidad y el impacto del daño causado.

  Ante ello, la política pública del Estado para la prevención y erradicación del delito, es el eje sustancial de la seguridad integral que el Estado debe ejecutar en función de la paz ciudadana. (O)