Sr. Presidente

Aurelio Maldonado Aguilar

Lamento verlo débil, discapacitado y hospitalizado nuevamente. Comprendo las enormes responsabilidades que requiere mantener el Ecuador, país de por si conflictivo, que acarrea gravísimas consecuencias de gobiernos anteriores que muy claramente instituyeron el narcotráfico, convirtiéndonos en un polvorín. Es, así mismo lamentable, escuchar a conciudadanos que no soportan seguir este clima de zozobra e inseguridad tan grande y empiezo a oír su lamento, parecido a lo que debió suceder en Venezuela, que planifican su diáspora a otros países para buscar paz, seguridad y mejores días. Los entiendo y me gustaría que usted también lo haga, pues ya no podemos seguir en una suerte de cáncer que aqueja todos los organismos y estamentos estatales. El desorden de su gobierno es tal que ni siquiera tiene opción de manejar políticamente a sus adláteres. La Asamblea, convertida en un antro insoportable de ratas e ignorantes que solo están listos al amarre y pescar a rio revuelto, desfachatadamente, sin importarles en lo más mínimo el pueblo que, de una manera torpe los eligió. La función judicial podrida desde las bases, contribuye a la impunidad más insolente, pues, ejército y policía, también sin norte, son desautorizados en minutos por jueces lejanos de puebluchos, que dejan en libertad con medidas sustitutivas a criminales y cabecillas de las diferentes organizaciones narco criminales que le tienen tomado de las patillas a su merced, Sr Presidente y que en las cárceles reinan en guarida segura donde pueden darse lujos y mandar a matar enemigos de la forma más abyecta, pues sicarios disparan diariamente a gente que tiene relación con sus negocios y otros pobres inocentes que nutren la cifra de decenas diarias de muertes y sicariatos. Vacunas cobradas a gente trabajadora que sufre lo indecible imposibilita todo negocio, sin que usted y su gobierno los tomen en cuenta y defiendan. Es tal la inseguridad que se vuelve peligroso salir a las calles y peor aún en las noches, so pena de encontrar la muerte en una esquina y con mayor frecuencia en provincias de la costa donde el negocio de toneladas de alcaloide en aeropuertos y puertos marítimos, contaminan todo tipo de cargamento lisito, que complica importaciones tan necesarias. Comprendo que no puede, pues incluso gente muy ligada a usted y familia (léase Danilito aprendido anoche), está involucrada en drogas y lavados de activos, de tal manera que, o toma drásticas medidas con ayuda internacional o entregue su gobierno a las fuerzas militares. (O)