Xavier Oquendo, poeta de la memoria y el asombro

Aníbal Fernando Bonilla

De Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, 1972) se pueden decir muchas cosas. Aludir a su espíritu abierto y generoso, por ejemplo. A su incansable gestión en pro de la divulgación de las letras. A su denodada obsesión por la perfección versal; atrevimiento creativo y motor esencial de vida. De esto último, precisamente destacaré en las líneas subsiguientes: de la pasión que imprime en cada uno de sus versos.

En ese gozo que implica el aparecimiento de un nuevo libro, Xavier nos entrega El tiempo y las alas (El Ángel Editor, Quito, 2022), una amplia selección de su huella lírica entre 1993 y el año pasado. Son 316 páginas que contienen la fuerza contundente de las palabras que se tornan en lluvia, lágrima o ceniza, y desafían el vendaval de los días. El corpus se complementa con apuntes analíticos de Marco Antonio Rodríguez y Vicente Robalino. Y un ensayo autocrítico y reflexivo del mismo Xavier en torno a su semilla poemática.

¿A qué le canta nuestro poeta? A la solitaria manera de enfrentar los desafíos y contingencias del ser, al padecimiento y a la felicidad a la que se empecina el hombre, al misterio insondable de aquello que la filosofía ha repensado como existencia. En esta recopilación de piezas metafóricas provenientes de variados y anteriores poemarios, el esteta merodea sobre los contornos de la sociedad, escarba sobre el flagelo personal y colectivo, describe sobre certezas y también sobre incertidumbres. El asombro es uno de sus signos meridianos, encauzado a exaltar al amanecer, al viento, a las hojas del árbol, a los pájaros, al invierno, al mañana, a los afectos, al sentir amatorio, a la urbe, al frío que inmoviliza los huesos del náufrago. Así también, sus poemas se enternecen con el apego filial, en donde los padres atesoran un especial componente y en donde los hijos se eternizan entre el beso y el abrazo. Poemas, los de Xavier, como ríos que fluyen despertando los recuerdos, siendo esta otra de sus características: la memoria extendida desde los años inolvidables de la niñez.  

El tiempo y las alas ya se ha presentado en varias ciudades de Ecuador. En esta semana, su autor lo hará en Cuenca. Que siga expandiendo este cúmulo de textos que tienen como encanto unívoco la apropiación del ritmo y la belleza para la posteridad poética. (O)