EL ESPÍRITU ETERNO

Hernán Abad

Entre el mundo espiritual y el material existe un sendero que recorremos como si estuviéramos adormecidos por el sueño. Si no existiera este sendero entre nuestras vidas y las de aquellos que nos han dejado, no habría existido jamás profeta, poeta, ni sabio alguno.

Es una noche de mayo querida mamá: acabo de encerrarme en mi habitación, para conversar unos minutos contigo. En este momento siento tu presencia como un espíritu encantado flotando en la habitación, un espíritu bello y afligido que me atrae con su ondular y me hace verte como a dos personas: una que revolotea sobre mi humanidad con enormes alas semejantes a las de un cóndor, la otra, está encadenada a una gran roca.

La primera persona vivifica mi corazón y aplaca mi espíritu, porque la mecen los rayos del sol, mientras la segunda hace que mi corazón no sufra, porque es prisionero de las vicisitudes del tiempo.

Me gustaría que sigas siendo capaz de hacer que una antorcha encendida descienda de los cielos e ilumine el sendero de mi vida, pero dime ¿qué ley o qué fuerza ha encadenado tu cuerpo y te ha colocado entre aquellas que nacieron, murieron y aún no han sido sepultadas?

Escribo estas letras con mis ojos puestos en mi futuro y no en el pasado, pues mi pasado está hecho de hebras aún sin hilar.

Puedo verte mirándome no con ojos críticos sino esperanzados, lo que me hace añorar el pasado, y al mismo tiempo soñar el futuro con el corazón pleno renovado de entusiasmo.

Ayer me contentaba con desempeñar papeles secundarios sobre el ilimitado escenario de la vida, pero hoy he descubierto que tal contentamiento es una forma de indolencia. Solía mirar a la vida a través de lágrimas y sonrisas, pero hoy la miro a través de dorados rayos de luz que imprimen fuerza al alma.

La madre es nuestro consuelo en medio de la pena, nuestra esperanza en la calamidad. Es fuente de amor, de misericordia y de perdón.

Todo en la naturaleza evoca a la madre. El sol es la madre de la tierra y la nutre con calor. No abandona nunca el universo por la noche antes de haber dormido a la tierra con el canto del mar y el himno de los pájaros. Esta tierra es la madre de los árboles y de las flores; los forma y los nutre, luego se convierten en madres dulces de los frutos y de las semillas. Y la madre prototipo de toda existencia, es el ESPÍRITU ETERNO, lleno de belleza y de amor.

Si la madre, la mujer, se elevan en un aspecto y se retrasan en otro, es porque el áspero sendero que conduce a la cima de la montaña, no está libre de las emboscadas que le tienden los ladrones, los corruptos y los mentirosos.