Honestidad

Eduardo Sánchez Sánchez

La palabra HONESTIDAD, en latín HONESTITAD, significa decente, decoroso, razonable, honrado. El honor es la rectitud en el actuar de un humano. Sócrates cree en que está vinculada con la verdad, la justicia y la integridad moral. Para Confucio existen tres niveles de honestidad, el primero en acciones personales que demuestran sinceridad. El segundo se produce cuando el motor de nuestra conducta no sólo vela por personal interés, se funde con lo justo y la bondad. El tercer nivel y más elevado surge cuando alcanzamos fraternidad y humanismo, tratamos al congénere como a nosotros.

Esta virtud suele nacer en el hogar convertido en crisol de génesis, crecimiento y esparcimiento entre los miembros de una familia honesta, virtud relativa al honor y compostura vinculada con el respeto, decoro y pudor. Prima así la confianza y la sinceridad, vinculando el pensamiento y la acción de lo que se piensa siendo auténticos por convicción. Sin honestidad se tornan imposibles las relaciones, se rompe la amistad y la confianza, tanto en el plano laboral, familiar, político, negocios, etc.

La persona honesta es íntegra y esto permite tener confiables relaciones en toda actividad humana. Su pérdida genera la desconfianza, el caos, la pugna, la componenda, la corrupción y las mil situaciones que vemos y vivimos en nuestra sociedad. Y sólo lo perdido ocasiona que lo valoremos, cuando es tarde y nos enfrentamos a una sociedad resquebrajada, turbulenta, decadente, insegura y tapizada de sangre, inmoralidad y muerte.

Es entonces la honestidad el motor que transmite los verdaderos valores en la sociedad, en la familia, entre los amigos, en la praxis política, en la academia, en la industria, y en el bien actuar universal, muchas veces con sabor a quimera.

Los seres humanos honrados son fieles a sí mismos (Platón habló de fortaleza moral) y coherentes con sus sentimientos, pensamientos y valores. (O)