!QUE ALIVIO!

Juan F. Castanier Muñoz

No hay duda alguna de que el decreto presidencial sobre la muerte cruzada y la “mandada” a la casa a los miembros de la Asamblea Nacional, ha causado una sensación de beneplácito en la ciudadanía, como si se nos hubiera quitado un peso de encima. Y es que la defenestrada Asamblea había batido records históricos en cuanto al grado de descrédito y desconfianza ante la opinión pública, a tal punto, que las encuestas posteriores a su cierre arrojan resultados de un 80% a favor de la medida y el 20% restante partidarios de la extradición de los asambleístas a Siberia. Con las debidas y contadísimas excepciones, pocas veces se ha visto personas de tan baja ralea como miembros de la Asamblea Nacional: una asambleísta haciéndole una seña obscena a un colega durante una sesión del pleno, otro que se lanza furibundo a intentar agredir a otro colega, una asambleísta que en una reunión en su comunidad da indicaciones de “como” se debe robar en la función pública, otro asambleísta bañándose en la piscina de una casa en Miami, cuyo propietario es un prófugo de la justicia ecuatoriana, otras tres que se van invitadas a Irán, país en donde una mujer fue asesinada a golpes por miembros de la Policía, por no llevar el velo correctamente colocado, cambios de camiseta a la orden del día, otros asambleístas “diezmeros”, amigos de las reuniones entre gallos y media noche, uno acusado de violación, otro que se queja de que su sueldito de 4.000 dólares no le alcanza para vivir, en fin, una lista larga para la vergüenza y ojalá, no para el olvido.

Y como la ambición del poder no reconoce límites y metas como la del indulto o la amnistía a los corruptos del correato, aún no han sido alcanzadas, he aquí que el flamante Consejo de Participación Ciudadana, con mayoría correista, marca su presencia anunciando una “veeduría” a los decretos leyes que por atribución constitucional le corresponden al presidente Lasso durante esta etapa de transición, es decir, que con esta atrabiliaria propuesta piensan, a falta de la Asamblea, continuar obstruyendo las propuestas de legislación provenientes del Ejecutivo. Como decía “el innombrable”: que les vaya bonito.  (O)