Las elecciones anticipadas

Análisis político Marco Salamea Códova

Luego de la polémica muerte cruzada decretada por el Presidente Lasso, la población electoral ecuatoriana tendrá que acudir a un nuevo proceso electoral el 20 de agosto, poniendo en una carrera contra el tiempo a las diversas organizaciones políticas que aspiran a participar con candidatos, tanto a la presidencia y vicepresidencia de la República como a la Asamblea Nacional.

Se trata sin duda de un proceso novedoso, esto por el tiempo reducido en el que va a realizarse y por una campaña electoral oficial que apenas será de 8 días. A pesar de estas novedades, en otros aspectos, las nuevas elecciones repetirán las características de otros procesos, comenzando por el excesivo número de candidatos(as) a la presidencia de la República

También se volverá a repetir el vaciamiento ideológico con el suelen presentarse, cada vez con más fuerza, la mayoría de candidatos; pues afirmar que no son ni de derecha ni de izquierda no sólo les permite justificar que pueden ser candidatos con cualquier “camiseta” política, sino que también les posibilita buscar la adhesión de los electores apelando a la emocionalidad de estos, antes que a convencerles de la validez de propuestas y programas.

En efecto través de las ofertas demagógicas, las noticias falsas y la denominada “campaña sucia” contra los adversarios, y buscando sembrar en los electores sentimientos de ilusión o de miedo, o incluso de odio, se pugnará por lograr la adhesión electoral de una población que, en su mayoría denota un acrecentado analfabetismo político o simplemente un gran desinterés por la política partidista.

En cualquier caso, al tratarse de un proceso electoral inusualmente corto y de una campaña mucha más corta aún, la promoción sobre todo en los medios digitales cobrará una mayor importancia; amén de que se escogerá como candidatos(as) a las personas o “personajes” que sean los más conocidos.

En este sentido, por ejemplo, lo más seguro es que tengamos como candidatos a asambleístas a la mayoría de los que fueron cesados con la disolución de la Asamblea; de forma que la llamada “muerte cruzada” podría traerlos como asambleístas “resucitados” después de poco; mientras que el único que no tendría posibilidades de “resurrección” sería el actual presidente Lasso. (O)