Galo Cárdenas; el canto su destino

Tito Astudillo y A.

Como todo cuencano de bien, él amaba su ciudad a dónde, siempre, quiso volver con convicción y certeza, “… Yo no sé a dónde voy, pero sí sé de dónde vengo…” cantaba a sus raíces, en uno de sus más cercanos éxitos, “Danzante del destino”, versos que definen ese estado de extrañamiento y permanente retorno que marcó el destino de Galo Cárdenas, uno de los más representativos cantantes liricos del país con presencia internacional.

 Galo Cárdenas es de esos seres que, buscando la concreción de sus sueños hacen su camino y se me ocurre que, como el de “a Itaca”; fue largo, lleno de aventuras, de  sorpresas y tantas experiencias que, al fin, contribuyeron a consolidar su formación humana y artística y, en ese trajinar, lo encontramos cantado y formándose en el Conservatorio de Música de Cuenca, en el conservatorio de Guayaquil y más tarde en el Conservatorio Nacional “Carlos Lez” de Buenos Aires Argentina integrado, con propiedad, en la vida cultural de la ciudad cosmopolita, en sus grupos artísticos como el “Club del Clan” lleno de figuras de la música, del teatro, del cine y de las artes en general, animando la vida cultural y la bohemia de la noche bonaerense; le encontramos en giras internacionales cantando con grandes grupos y orquestas latinoamericanas convertido en uno de los más destacados barítonos de la élite musical, pero sin descuidar nunca su formación académica; solo así se aspira la perfección en el canto lírico, decía Beethoven, “no existe genio, existe trabajo”, nos recordó, alguna vez, en una entrevista.

Y regresó a Cuenca en una estadía fugaz, era la década del 70, le encontramos caminando sus calles, fraternizando, enseñando en el Conservatorio, cantando con la Sinfónica, haciendo canto y bohemia con el grupo Yurag, animando la vida cultural cuencana. Se fue y radicó en Quito, pero siempre acudió al llamado de su tierra, como a ese célebre último concierto, en el Teatro de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay con la Orquesta de Cámara de la Casa de la Cultura. Así le recordaremos siempre, virtuoso y exultante en el escenario, convencido y tenaz en su formación, erudito y generoso en la enseñanza, leal, cordial y fascinante en la amistad. (O)