“Señor Gobierno”

Jorge L. Durán F.

Me refiero al suyo don Guillermo Lasso; al que desde ya hace maletas y comienza a despedirse.

Mire, entiéndalo, haga hasta lo imposible para que en el poco tiempo que le resta como Presidente, quede en firme la investigación sobre el crimen político cometido contra Fernando Villavicencio, cuyo asesinato, muchos, muchísimos, casa adentro, lo celebrarán en estos días.

Sé que es un asunto peliagudo, un entramado difícil de deshilvanarlo, comenzando por conocer a los que decidieron “bajarse” a Villavicencio, por qué lo hicieron, a los que contrataron a sicarios, a los encargados de borrar pruebas y a los gatilleros.

En ese mismo contexto de maldad, saber por qué el equipo de seguridad dado por el Estado estuvo desprovisto del trabajo de inteligencia, de “dejar huecos” para que los gatilleros lo acribillen.

A los crímenes políticos cometidos alrededor del mundo suele envolverles el misterio, el silencio, la complicidad, finalmente la impunidad.

Ah, y como en el caso de Villavicencio, si los presuntos gatilleros son detenidos, asoman “fantasmas” y los asesinan en las cárceles o donde estén.

Los días pasan desde aquel aciago 9 de agosto; un acontecimiento sucede a otro; nos inquietamos en otras cosas o no las crean; el sentimiento solidario se desvanece; la familia se quedará sola en su lucha en busca de justicia; algunos abogados se retirarán por miedo; los malquerientes de la víctima, aun teniendo rabo de paja, se inventan cosas y las difunden.

Sé que las investigaciones toman su tiempo. En casos como aquél con mayor razón. Sé que el trabajo lo hace la Fiscalía; pero al Estado le corresponde poner todo su contingente para que el caso no entre en las marañas de las sombras.

¿Y sabe por qué lo pido? Porque intuyo que quien lo sustituirá no hará casi nada, o nada mismo, y aun no haciendo nada dirá que está haciendo todo. Se inventará comisiones. Hasta la próxima Asamblea de seguro que integrará la suya, y no es muy difícil anticipar las conclusiones a presentarse en informes divididos, a medias, con borrones y lágrimas de cocodrilo.

Pese a las demandas en su contra por el asesinato de Fernando, y por desecharlas incluso, en estos pocos meses que le quedan en el Gobierno aprovéchelos, si es posible para conocer a los autores intelectuales del magnicidio.

Don Guillermo, usted y el país sensato saben el caso relacionado al asesinato del general Jorge Gabela, todo un capítulo triste de la historia nacional, fraguado, escondido, echado a la impunidad por seres ignominiosos

Despídase haciendo cuando menos eso que le pido “Señor Gobierno”. (O)