Perdimos la confianza

Hugo Lucero Luzuriaga

Hoy, podemos aseverar que los ecuatorianos hemos perdido la confianza, en efecto, el pueblo perdió la seguridad, la esperanza de días mejores para un conglomerado que comienza a no creer en nadie, a sentirse inseguro del accionar casi que, de todos, de no saber qué hacer. Desconfianza que no comienza a aparecer en este gobierno, ya desde hace rato casi todos los de arriba nos engañan, nos engatusan, nos roban desde lo material hasta la esperanza, nos utilizan como votos, como candidatos, como caravanas, como brigadistas y partidarios y hasta nos utilizan como candidatos en las listas para relleno y como carne de cañón. Esta desconfianza está generalizada, pero lo más preocupante es la inseguridad, sobre todo hacia lo desconocido, que está generando miedo en la población.

Tenemos miedo a salir a la calle, a los extraños, a la noche, a que nos roben, a que nos estafen y hasta a que nos maten;  miedo derivado de la desconfianza, en un entorno en donde los mandatarios presentes e incluso los anteriores son los  primeros generadores de esta desconfianza; los que ofrecen y no cumplen, los que hablan bonito mentiras y  actúan como embusteros, los que incumplen leyes que ellos mismos promocionaron, los que huyen de la justicia, y lo  más preocupante los que preconizan paz y seguridad, pero que soterradamente hacen lo contrario, ante la atónica población que ya no cree en sus falsos lideres, que ya no acepta incluso ni sufragar, porque no desea ser alcahuete de intereses mezquinos que ladean al propio pueblo que ha perdido la confianza… porque hasta asesinaron a su líder.

La confianza comenzó a perderse por las pésimas gestiones administrativas, los escándalos, la desigualdad, y ahora más que nunca la impunidad que reina en todos los espacios, ante lo cual nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer? …Una pregunta, hoy difícil de contestar. Ojalá en las elecciones que se nos viene todos acudamos a sufragar; no permitamos que el desdén nos arrincone, hagamos patria depositando el voto a conciencia, no perdamos la paciencia, porque todavía creemos como quijotes que existe: UNA PEQUEÑA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL. (O)