Después de las elecciones

Juan F. Castanier Muñoz

Más allá de los resultados electorales de ayer y de quién vaya a gobernar el país por los próximos dos años, tengo el convencimiento, como muchos otros ecuatorianos, que los problemas del país no se resuelven únicamente con la elección de un nuevo mandatario. La situación del Ecuador es una situación difícil, ya sea por circunstancias que se han venido agravando desde hace varios años hasta la fecha, como el tema de la inseguridad, o el del control de las cárceles, o el déficit presupuestario, o por circunstancias derivadas de ello como los niveles de desempleo o la acción nefasta de grupos narco-delictivos o narco-políticos que perennizan la corrupción a través de la contaminación de la fuerza pública y los diversos estamentos de la administración de justicia. ¡No son enemigos fáciles!

Y si a ello agregamos la ingobernabilidad, crónicamente propiciada por grupos políticos perfectamente identificables, que han adoptado esta estrategia como una manera de supervivencia, pues entonces, casi casi que tenemos una radiografía aceptablemente completa de la realidad ecuatoriana. La dirigencia política y social del país, con honrosísimas excepciones, se llena la boca con llamados a la unidad, a la búsqueda de una agenda común, a propiciar el diálogo y las coincidencias programáticas, pero a la hora de la hora, cada quién “saca” su propia agenda, sus propios intereses y conveniencias, como era de esperarse, en desmedro, casi siempre, de los grandes intereses del país.

Es hora que en el Ecuador, si por lo menos estamos de acuerdo en capear juntos el temporal que se avecina, comencemos a dar cuerpo a una corriente de opinión que de manera coherente denuncie a aquellos grupos, de la tendencia que sean, que se alimentan políticamente del discurso populista, de la proclama demagógica y del boicot al gobierno de turno, siempre tras imponer decisiones que les permitan mantener “sus” espacios de poder, para desnudarlos ante la faz pública como transgresores de las normas de la ética y del respeto a las leyes. Si vamos a dar un paso nuevo, ¿no creen que este sería un buen comienzo? (O)