Quien tiene el poder

Tania Duran

Desde que tenemos conciencia para tomar decisiones y disponemos de la facultad para elegir sobre nuestras vidas, estamos gozando de los beneficios del libre albedrío para construir una existencia con posibilidades.

La capacidad para optar responsablemente está vinculada a un acto de acopio de información que enriquece y mejora el nivel de conocimiento permitiendo la toma de acciones correctas que den cabida a resoluciones y procedimientos coherentes.

Existe una inclinación que promueve: “votar con la billetera”, “votar con el corazón” o “votar con la cabeza”, esto se entiende como una opción en la cual el voto tiene un valor de intención y por lo tanto un juicio para apoyar ciertas tendencias.

Como ejemplo podemos señalar: la participación responsable para respaldar una causa de protección al medio ambiente que con un voto inteligente y consiente apoye alternativas que prioricen ideas más sustentables y sostenibles.  O, dejar de invertir energía, tiempo e incluso dinero en propuestas que fomenten división o promocionen inseguridad.

Estamos claros que, en este último proceso electoral, el voto consiente fue urgente y necesario; el consenso colectivo de la mayoría, producto de la selección entre candidatos y propuestas políticas impactará de una manera determinante el rumbo de nuestro país.

El poder de elección, en última instancia es la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos para generar las posibilidades y actividades oportunas. Las mismas serán, la garantía para que este país funcione.

Por consiguiente, no es solamente compromiso de los elegidos sino también de los que con uso del poder del voto permitiremos que estos gobiernen. Si el futuro está en nuestras manos, nuestra obligación es velar por el bien colectivo, con el único propósito de construir un entorno en permanente evolución y crecimiento. (O)