Accidentes de tránsito

Los accidentes de tránsito siguen causando muertes en las vías del país.

Las carreteras han sido convertidas en potenciales rutas para la desgracia. Si están en mal estado, como las de Azuay y Cañar, peor; mucho más si los vehículos son conducidos a altas velocidades por choferes ebrios, distraídos en los teléfonos celulares, circulan con fallas mecánicas, con exceso de pasajeros y en franca disputa por estos.

El anterior fin de semana, el vuelco de un bus en la vía Cuenca-Molleturo-Naranjal provocó la muerte de seis personas, además de varios heridos y la destrucción del automotor tras rodar 300 metros.

Hasta no conocer la investigación sobre la causa del accidente fatal, labor a cargo de las autoridades, se presume la rotura de los frenos del bus. Esta suele ser la primera excusa, cuando bien se la puede evitar con periódicos controles mecánicos.

La siniestralidad en tránsito es altísima en el Ecuador, incluso la más elevada entre los países de la región.

A ese panorama desolador, ahora se suman los accidentes en motocicletas cuyos conductores, en la mayoría de casos, hacen tabla rasa de las normas de tránsito.

En el Ecuador, con algunas excepciones, no se practica la correcta conducción de automotores. Predomina la improvisación, hasta la fácil obtención de licencias y permisos de operación a favor de las empresas de transporte.

Semanas atrás un acucioso juez aceptó un recurso de acción de protección con el cual se pretende inutilizar el servicio de radares en las vías, colocados para evitar altas velocidades.

A juicio de los peticionarios, semejante resolución debe aplicarse a nivel nacional, si bien los alcaldes de algunas ciudades han decido no acatarla.

Un contrasentido por el sólo hecho de no estar los radares debidamente calibrados. Tal es el argumento de los quejosos.

Contraria a la petición municipal tras dar de baja el contrato de los radares, en la vía rápida Cuenca-Azogues-Biblián los choferes imprimen altas velocidades. Para eso ha valido.