El espíritu de antepasados ‘renace’ en Ecuador con su legado arqueológico

Un Centro de Exhibición de Arqueología alberga piezas únicas de la cultura Machinaza.
Una persona observa una pieza arqueológica de la cultura Machinaza, que habitó un parte de la Amazonía de Ecuador. FOTO EFE

El espíritu de antepasados que vivieron hace unos 9.000 años en el sur de lo que hoy es Ecuador ‘renace’ en un Centro de Exhibición de Arqueología que alberga piezas únicas de la cultura Machinaza, halladas en la última década durante la construcción y operación de Fruta del Norte, la mina de oro más grande del país.

Se trata del Centro Arutam Wakam (Espíritu de Nuestros Antepasados, en el idioma indígena amazónico shuar), inaugurado el martes en la localidad El Padmi, de la provincia de Zamora Chinchipe, fronteriza con Perú.

A un costado de la carretera, una pequeña edificación aclimatada para contrarrestar el típico calor húmedo de la Amazonía alberga una parte de lo que significó el Programa de Investigación Arqueológica desarrollado por la minera a lo largo de 10 años.

Entre los hallazgos, figuran vasijas, restos de plantas y alimentos, monolitos, piezas metálicas, instrumentos para triturar roca, restos de metales como oro, plata y cobre, que demuestran la actividad humana de la región y que datan desde el año 7.000 a.C.

En el Centro hay – entre otros – vasijas cerámicas con diferentes acabados para uso doméstico y posiblemente ritual; torteros, que son evidencia de actividades de hilandería; una vasija con apliques que representan las manos y brazos de un oso perezoso, así como la ilustración de una cabeza de tapir en una piedra tallada.

Fotografía de algunas piezas arqueológicas de la cultura Machinaza, que habitó un parte de la Amazonía de Ecuador. FOTO EFE

Búsqueda en 34 kilómetros cuadrados

La investigación se realizó en una franja de unos 17 kilómetros de largo por 2 de ancho, definida entre los ríos Machinaza y Zamora en la localidad rural de Los Encuentros.

De acuerdo a la investigación, la zona estuvo habitada por las sociedades aborígenes desde el periodo paleoindio precerámico (7.000 años a.C.) hasta el de integración (1.500 d.C.), «antes de la conquista inca y española».

El estudio contó con la autorización y control técnico del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y el trabajo técnico de la empresa de Investigación Arqueológica y Cultural María Aguilera (Invacma).

Conexión con los Andes

Los estudios también determinaron que la cultura Machinaza tuvo conexión con zonas de la sierra de los Andes, pues los vestigios hallados revelan intercambio de productos.

En el Centro se exhiben 74 de la 437 piezas halladas hasta el momento, y en cuya conservación participaron arqueólogos, historiadores, antropólogos, geólogos, restauradores, geógrafos, paleontólogos, químicos, biólogos, diseñadores e ingenieros de varias ramas.

Faro para el futuro

Gabriela Cedillo, directora del INPC en la zona, sostuvo que el Centro de exhibición no solo es un testimonio del pasado, sino también un «faro que ilumina el camino hacia el futuro».

«La arqueología no solo excava en capas de la tierra, sino que también desentierra las raíces de nuestra identidad, conectándonos con aquellos que nos precedieron y también proporcionando una base sólida para las generaciones venideras», subrayó.

Y por ello ve en el Centro una especie de puente que une el pasado y el presente en un viaje para comprender, apreciar y transmitir.

Cada pieza, «cada rincón de este espacio nos habla en un lenguaje silencioso pero elocuente, sobre las huellas de quienes nos precedieron», recalcó durante la inauguración en la que – dijo – no solo se celebra la apertura de una edificación, sino «el nacimiento de un espacio vivo que respira historia». EFE